—Trícoli, Cuartón, Salvechi, ahora les toca a Uds, tienen catorce, el mundo verdadero ocurre tras la puerta. El Señor Larrepart, alimenta y educa desde que fueron bebés hasta ahora. De lo que encuentren, les deseamos lo mejor, adieu, petits enfants.
Salvechi, con
sus pesos en el morral:
—Debo separar a
Trícoli y Cuartón de mi camino. O me quiero yo o no me quiere nadie, lo demás
sobra. Tal vez sea malo, pero debo protegerme, buscando en los avisos, encontré
“Anciana sola busca compañía”.
—Ah!, Casa de
Protección le dicen, antes era Orfanato.
Salvechi no
sacaba los ojos de la anciana de cara animada.
—Te voy a llamar
Salva, es más alegre, mi nombre es Flor y me gustaría que recorras la casa y
elijas el cuarto que más bronca te dé, así decía mi Abuela.
El más alto, lo
más parecido a la punta de un faro, podía ver la costa uruguaya, el lugar de
origen de mi Madre. Allí me parió y se murió. Después no sé, bueno, la Casa de
Protección. No quiero saber tampoco, seguro que es triste y ahora no necesito.
Flor me llevó a
conocer el mundo, me presentaba como su nieto.
—Oye Abuela, yo
pido unos tacos y vos?
Ella me daba
puntapiés bajo la mesa. Flor, la sorprendente, decía “mi nieto”, pero no quería
que la llamara “Abuela”. Luego de ver lo que pasaba en Ucrania, dijo no
sentirse bien, tenía parientes ancianos allí.
—Salva, quiero
que sigas el viaje a todas partes, es una compensación que te debe la vida, yo
recuperaría mi bienestar, sabiendo tu disfrute, te dejo mis dineros y tarjetas.
No quiero darte más consejos, serían mil.
La acompañé al
Aeromata, así le decía ella. Sentí que una flor se llevó el calor de mí. Anduve,
por andar andando y hasta encontré Trícoli
prendido de una rica. Y Cuartón, se dedicaba al contrabando. Del
sano —dijo.
Me quedé más
tranquilo. Tiempos sanos ya no existen. Creerle a él, que sufrió tanto, era lo
menos que podía hacer.
La anciana Flor
se encontraba en el Sanatorio, con máscara de oxígeno, mangueras de transfusión
de sangre, suero y la tráquea entubada. Podía ver, oír y hablar.
—¿Enfermera
puede conectar el televisor en las Noticias?, gracias pichona.
Enganchó un terrible
bombardeo en Sri Lanka, sabía que era uno de los destinos elegidos por Salva.
Flor escuchó que entre las víctimas identificaron un argentino, de nombre:
Salvechi.
La anciana Flor,
con sus facultades mentales en perfecto estado, arrancó su máscara de oxígeno,
las mangueras de transfusión y el entubado de la tráquea, con tráquea y todo.
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