Hacía mucho calor, vinimos de la calle y nos tiramos en la pileta. El agua estaba helada, salimos enseguida. Nos tiramos a tomar sol plagiando a Mica de Orense, vuelta y vuelta y otra vez vuelta y vuelta y otra y otra.
Hacía tiempo que a mi Marido lo llamaba
Monsalve, emulando a un Otorrinolaringólogo del Pueblo. Cuando le decía algo no
me escuchaba, cada día menos.
─¿Monsalve, me vas a comprar cigarrillos?
─Desde luego, aunque estén caros te traigo
alguno.
Tardó mucho, me preocupó hasta que llegó con
un anillo de brillantes.
─Monsalve, te equivocaste, yo te encargué
cigarrillos y me trajiste un anillo de brillantes como si fuera nuestro
aniversario.
─Me pareció raro porque jamás hemos
compartido semejante desgracia.
Un día me confesó que de un oído no
escuchaba nada y del otro más menos que más. Pedimos un turno con el Doctor
Monsalve y yo lo acompañé.
─Aquí le traigo a mi Marido Monsalve, Doctor
Monsalve.
─Tenemos el mismo apellido, ¿no seremos
parientes acaso?
─Doctor, se ha equivocado, mi nombre es
Monsalve, no mi apellido.
─Buenos, Señor Monsalve, recuéstese aquí que
voy a inspeccionar primero el oído que tenga más dificultad. Mm, mm, mm. Ya
veo, está lleno de cera, me resulta imposible quitarla, es tan dura y de un
extraño color verde tornillo. Vamos a probar con esta tenaza. Y de a poco va
saliendo, mire usted, tenía un corre que vuela que crecía dentro de su oído. La
tendré que podar, aunque sea por estética, no va a andar por ahí con un corre
que vuela colgando de su oído. Sigamos, en el otro no tiene nada.
─A ver, Señora, ahora recuéstese usted. El
derecho está perfecto y el izquierdo con esta leve extracción, lo tendrá como
nuevo. A su edad, como a su Marido, la audición disminuye.
─Doctor Monsalve, yo tengo oído absoluto.
─Pero el tiempo va debilitando todas las
funciones, por eso ahora, su oído es relativo.
Nos despedimos tipo: muchas gracias, Doctor
Monsalve y esas cosas que se dicen cuando uno se va.
─¿Vos sabés Monsalve, que a mí del oído izquierdo
me sacó una enredadera y la enroscó como si fuera un aro?
─No te molestes en hablarme porque igual que
a vos, yo no te escucho absolutamente nada.
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