sábado, 10 de agosto de 2024

VACUNADOS

    Lo dibujó en un papel, nos llevó al terreno vacío y dijo que miráramos a través del papel cera, el piso quince, señalado con un punto rojo, globo a gas y nosotros como dos boludos, le dimos el adelanto de trescientos mil dólares. Al día siguiente le entregamos el dinero y con el entusiasmo olvidamos la certificación. Fuimos al siguiente y la Oficina era tapera, nunca se construyó nada, obvio y quedamos en la calle.

   Luego de curtir el duelo y sabiendo que aquello no tenía solución, a mí mujer se le ocurrió algo. Teníamos enfrente un terreno del tamaño de una manzana. Nadie sabía a quién pertenecía, pero una cortadora de superficies grandes dejaba un césped grueso y prolijo.

   Estaba rodeado de postes cuadrangulares, de madera noble, pintados con cetol y con cinco recorridos de alambres sin púas. Pusimos un aviso en el diario y llovieron las respuestas. Nos comportamos como el estafador, mostramos el papel cera, para ver a través. Conseguimos un globo a gas, rojo y a los futuros adquirentes, les señalábamos la ubicación de los distintos pisos. Mi mujer los atendía con ropa de diseño y escotes escotados. Yo con mi traje de casamiento y una corbata discreta, como la discreción.

   Cayeron tres puntos, con autos lungos gamuzados y uno tras otro dieron el adelanto confiando en nuestro aspecto confiable. Con novecientos mil dólares y otros cuatro puntos que cayeron retardados, dos millones doscientos mil dólares, desaparecimos del pueblo.

   Compramos una casa rodante importada de Panamá. Llegamos a una playa mejicana, conducía mi mujer cantando:

   —…si será gil ese gil, que creyó en tu aristocracia…

   Le dije:

   —Amor, pará ahí, por si nos trae mala suerte.

   Ella contestó:

   —Estamos vacunados, amor, relajate…

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