Cenicienta era soberbia, calculadora, envidiosa y la ambición le cabía en las tetas, que eran enormes, haciendo composé con el culo.
Tenía dos
hermanas, Dolores y Melancolía, humildes, generosas, capaces de trabajar a
cambio de nada. Cenicienta sentía vergüenza de sus hermanas andrajosas,
descalzas, fregonas e incultas. Cuando alguien le preguntaba si era hija única:
—Sí, única, otra
como yo no hay, lamento que haya dos esperpentos repartiendo en el Condado, que
son mis hermanas.
Estaba
pronosticado en The Weather Channel, una fiesta en el Castillo del Príncipe
Idiota, como todos sabían que era Príncipe, callaban lo de Idiota. Todos
querían asistir, pero nadie tenía un gomán, recurrieron a la página de Mercado
Libre y compraron ropa que, oh casualidad, fue vendida por el Príncipe Idiota.
Cada viaje que hacía, cambiaba su guardarropa.
Cenicienta
adquirió, en una Feria Gitana, un vestido con tules plásticos, color arcoíris,
superpuestos y tajos que le iban del tobillo a la cintura. Los zapatos eran de
policarbonato piecero.
Los rumores de
que el Príncipe Idiota era puto, se expandieron a Condados vecinos. La Madre le
exigió:
—Hijo, esta
marca, será indeleble, si no contraés matrimonio con una hermosa mujer.
Los custodios
recorrieron casa por casa y la encontraron:
—Estará rebuena,
el problema es el nombre, lo cambiaré por Celesner y el apellido: Mil Villas.
¿Y cómo la reconoceré?
—Cuando ella
entre, las tetas se le incrustarán en su jabot y quedarán abrochados para
bailar toda la noche. A las veinticuatro horas, estará el Rolls Royce que le
alquiló el Ministro de Relaciones Incultas, para devolverla a su casa.
Ella le mordía la oreja, él le comía el
cuello. Los separaron dos Obispos. El Príncipe la corrió por la escalinata,
parece que a Cenicienta se le quedó enganchado el calzón en un zapato, fue un
engorro que solucionó, dejando el zapato, forrado en su calzón.
Al día
siguiente, el Príncipe la llamó
desde su celular palaciego, le
propuso que tomara un taxi y fuera al Castillo a tomar un éxtasis cada uno,
jugar a las escondidas, luego, que actúe la pastillita. No es necesario
describirlo, cualquiera imagina.
Cuando
Cenicienta regresó llena de polvos, las hermanas la esperaban con dos hachas,
para que aprenda.
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