domingo, 21 de agosto de 2016

LATROCINIO


   En esta época tener joroba, es jorobado. Lo cargan, le preguntan qué lleva en la joroba.  
   Él, con sentido del humor, decía que llevaba parte del latrocinio gubernamental. Carcajadas estilo taberna, por su presencia, nada más.
   Pasaba muchos días en su depto., no soportaba tanta cargada, encima de su joroba. Eran malas personas, despreciables y crueles. El apogeo del invierno y la grasa, acumulada en la joroba, reemplazaba el sobretodo, la campera y la cantidad de superposiciones que se hacen en invierno.
   Le sacaron la giba en Ezeiza, existía una clínica soterrada, con elementos de última generación y médicos, de primera generación. Los de última eran descartables por exceso de ignorancia.
   Quedó sólo la marca de una línea casi evanescente. Apareció un alguien raro, con anteojos oscuros y mentón grande. —Ché, pibe, quedaste hecho un tipazo, ¿te dijo el manochanta la cantidad que te sacó?
   Lo miró, con los efectos de la anestesia —¿De grasa?
   El tipo habló con fastidio —¿No sabías que te corrieron las vísceras y tenías una bolsa, con no sé cuántos millones de euros?
   El otro, con poco aire y mareado, le dijo que no sabía nada de esas cosas, con tener la espalda derecha, estaba todo bien. Se vistió rápidamente y huyó en un taxi. Resopló, estaba a salvo. Miró la cara del conductor, tenía lentes oscuros, igual a la calle donde entraron.
                                                                  

1 comentario:

  1. Genial, era un gobierno que no sólo se ocupaba de lucrar con discapacidades, hasta las fabricaba.

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