—El Dr. No está
pero tomo su sesión, como secretario adjunto, mi nombre es Arsenio Perramus,¿el
suyo?
—Perdón, pero el Dr. no dijo que tuviera un
secretario adjunto para atenderme.
—Seguramente, el
Dr. olvida mucho, siempre. No contiene al paciente.
—Suficiente Dr.
Perramus, no quiero escuchar críticas de su titular, me llamo América y vengo
de Verónica.
—¿Hace mucho que
son amigas?
—¿Quiénes?
—Verónica y Ud.,
América, son pareja, o me equivoco.
—No sólo
equívoco, sino sordera total, diría yo, que soy la paciente América y vivo en
el pueblo de Verónica.
—No viven en el
mismo lugar, claro imagino la soledad que esto le genera, el vacío.
—Para empezar,
yo no soy gay, a mí Verónica me parece un lugar aburrido y usted piensa mucho
por mí, no está bien, nada bien.
—¿Le parece
aburrido que Verónica lo sea?
—¿Usted no se da
cuenta que Verónica es un pueblo, no una persona?
—Disculpe,
América, a lo mejor me expresé de un modo incorrecto, a pesar de su no
reconocimiento gay, admitamos que para usted, Verónica la determina al punto de
parecerle un pueblo y aburrido. Escuchamos que el algo aburrido de Verónica,
tiene que ver con cientos de otros, un pueblo, dijo. Imagine, hablar de una
amiga como un pueblo. ¡Flor de sublimación!
—Perrramus, está
empecinado con que me relaciono con otra mujer. Estoy enamorada de Pedro, mi
actual pareja. Lo demás corre por su cuenta.
—Por cuenta de
Verónica, querrá decir… ¿nos vemos en la próxima?
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—¿Cómo andamos,
América?
—Maso, me parece
que soy gay y ni yo misma lo sé, pero debe ser.
—¿Qué la hace
pensar esto, querida?
—El que me
atendió el otro día, su adjunto, sugirió que lo pensara y yo lo pensé.
—No sé a qué se
refiere con que tengo un adjunto que atiende a mis pacientes. Es un disparate…
—A mí me pareció
igual, pero él estaba tan seguro de sí mismo, que hasta parecía Freud en
persona.
—Éstos
consultorios son el colmo, cualquiera toma mi lugar y se permite sembrar la
duda de la sexualidad de las personas… disculpe, América, esto me ha superado.
—No sé quién era
Doc, pero dio en el clavo, avancé en una sesión lo que con usted llevaría nueve
meses. Estoy perdida por mi vecina y ella por mí. Nos amamos. Nunca conocí a
nadie como Verónica.
El Psi piensa,
pero no dice: Como yo, con Arsenio Perramus, no sé qué más me va a pedir. Le
presté varias sesiones, plata, auto. Es peor que una prostituta.
Igual lo quiero.
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