—Le quería
comunicar que en media hora estamos allí.
Pensó Virginia,
bueno, tuvieron la deferencia de avisar el horario de su llegada, pero es un
engorro para mis compromisos del día. Escuchó una camioneta de alta gamuza,
estacionar en la puerta. Bajaron tres señores con trajes distinguidos. Virginia
los escrutó por la ventana y los hizo pasar con inmediatez —Buen día, Señorita,
pertenecemos a la empresa “Robos Elegantes”.
Y… con tanta
desocupación y los miles de despidos exprés, es natural que los robos se
realicen, con educación y respeto, pensó Virginia. —Tomen asiento, por favor.
—De ninguna
manera, la que debe tomar asiento es usted, mientras nosotros procedemos. Permítame
Señorita que le vende los ojos, no queremos que este episodio le resulte
traumático.
Ella, pensando
en el Marqués, se relajó y disfrutó su calma. En quince minutos hicieron su
trabajo. Se fueron sin saludar, a Virginia le pareció que ese gesto no fue
académico.
Se quitó la venda
con sigilo, el pañuelo era de seda glisada, con el logo de la Empresa. Un
obsequio de la finesse “Robos Elegantes”.
Escuchó la puerta
y todavía en estado de gracia, su amiga Martirio gritando —¡¡Te dejo la casa
por un par de horas y se robaron todo!! ¿Cómo lo permitiste? Miráá, mirá lo que
es esto, no hay nada, nada, te mataría Virginia!!
Martirio, que
sólo lloraba por objetos, jamás por personas, ahora se lloraba todo. —Ché, no
te pongás así, mirá qué tipos considerados, enceraron los pisos, limpiaron los
vidrios, tu cocina dudosa y le sacaron el sarro a los sanitarios. Deberías
estar agradecida, sos una materialista ignorante, al menos, los señores
ladrones, recuperaron la plusvalía. Espero que desagendes mi nombre, dirección
y teléfono. Aprovechaste mi lealtad, tiene razón mi marido cuando dice que sos
traidora, necia, corrupta y K.
No hay comentarios:
Publicar un comentario