domingo, 18 de septiembre de 2016

VOLS ÉLÉGANTS


   —Le quería comunicar que en media hora estamos allí.
   Pensó Virginia, bueno, tuvieron la deferencia de avisar el horario de su llegada, pero es un engorro para mis compromisos del día. Escuchó una camioneta de alta gamuza, estacionar en la puerta. Bajaron tres señores con trajes distinguidos. Virginia los escrutó por la ventana y los hizo pasar con inmediatez —Buen día, Señorita, pertenecemos a la empresa “Robos Elegantes”.
   Y… con tanta desocupación y los miles de despidos exprés, es natural que los robos se realicen, con educación y respeto, pensó Virginia. —Tomen asiento, por favor.
   —De ninguna manera, la que debe tomar asiento es usted, mientras nosotros procedemos. Permítame Señorita que le vende los ojos, no queremos que este episodio le resulte traumático.
   Ella, pensando en el Marqués, se relajó y disfrutó su calma. En quince minutos hicieron su trabajo. Se fueron sin saludar, a Virginia le pareció que ese gesto no fue académico.
  Se quitó la venda con sigilo, el pañuelo era de seda glisada, con el logo de la Empresa. Un obsequio de la finesse “Robos Elegantes”.
  Escuchó la puerta y todavía en estado de gracia, su amiga Martirio gritando —¡¡Te dejo la casa por un par de horas y se robaron todo!! ¿Cómo lo permitiste? Miráá, mirá lo que es esto, no hay nada, nada, te mataría Virginia!!
   Martirio, que sólo lloraba por objetos, jamás por personas, ahora se lloraba todo. —Ché, no te pongás así, mirá qué tipos considerados, enceraron los pisos, limpiaron los vidrios, tu cocina dudosa y le sacaron el sarro a los sanitarios. Deberías estar agradecida, sos una materialista ignorante, al menos, los señores ladrones, recuperaron la plusvalía. Espero que desagendes mi nombre, dirección y teléfono. Aprovechaste mi lealtad, tiene razón mi marido cuando dice que sos traidora, necia, corrupta y K.
                                                                            

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