Todos los chicos
que laburaban en la misma galería, recibieron el mensaje: Hola!! Amigos míos,
lamento comunicarles que estoy en España, en las Baleares. Acabo de recibir un
llamado, donde me entero que mi viejo murió anoche y hoy le hacen el sepelio. Tengo
dos opciones, o viajo o le pago un entierro digno. Igual no llegaría a tiempo.
Mi viejo no tiene parientes, ni amigos, sólo yo y no voy a poder estar. ¿Podrían
ir en mi nombre? Les pido llevarle dos coronas de gladiolos, crisantemos
blancos y rosas, eso se los pago, tranquis. Como va a estar la gente de la
pompa fúnebre y de otros entierros conchetos, les pido que vayan de traje y
corbata. Usen un auto cada dos, si consiguen con forma de cisne, mi viejo
estaría encantado. Creo que es a las 11.30 horas. Corroboren con el diario, por
las dudas.
Un abrazo para
todos de Tito Vayabre.
—¿Vamos a ir?
Qué plomazo, ni siquiera conocimos al padre, era un mal llevado y peor traído,
dicen.
—Por algo se fue
Tito y no volvió más. Tenemos que ir igual, el viejo debe sentirse solo.
—¡Pero
si está muerto! Ya fue, los muertos no se sienten solos. Bah, no sienten nada.
—Yo
no fui al cementerio ni cuando murieron mis viejos y ahora tengo que ir al de
alguien que no sé ni quién fue.
Todos alquilaron trajes, ninguno tenía.
Compraron las coronas y demás flores. Era un cementerio privado. Estaban
prohibidas las flores, el jardín ya estaba decorado con vegetación en tierra.
Hugo tuvo que decir unas palabras, fueron éstas —Que nuestro entrañable Tito
Vayabre padre, descanse en paz.
Rezaron el Padrenuestro salteado. Se persignaron al revés y volvieron
todos juntos en el cisne negro. Las flores las pusieron contra las vidrieras de
los locales. Ese día no trabajaron nada. La gente veía las coronas y pensaba en
que alguien había muerto.
Le
escribieron a Tito, diciendo que habían hecho un día de duelo, tenían el
entierro filmado. Lo mandarían cuando él restituyera el dinero invertido en los
trajes alquilados y las flores.
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