Cuando Ud sienta
que sus lágrimas terminaron. Era lo único que la acompañaba y ahora tiene el
síndrome del ojo seco. Aunque en su depresión Ud decida bañarse, con espuma,
vestirse como una regia y salir a ver qué pasa, recuerde que su depresión está
acostumbrada a la soledad de catapulta. Escucha pasos, la sigue un hombre. Ud
aminore la marcha, para mirar al seguidor. Una persona común, ni su cara, ni
sus ojos, ni sus pilchas le dan a conocer un dato, uno nomás, que indique algún
aspecto de su alma.
Si la invita a una copa, Ud acepte. Una
aventura está compuesta de elementos que se desconocen.
Le puede ocurrir
un imprevisto que humille. Ud mantenga la calma, como buena depresiva sabrá lo
que significa la postura de quietud. El
tipo, a esa altura no será un hombre, llega a la esquina, le dobla el brazo y llena
una bolsa de supermercado con sus zapatos italianos, su traje color malva de
china town. Flashea con la ropa interior, se la quita con delicadeza, para no
lastimarla, bueno, en realidad es para no Arruinar esos primorosos voladitos.
Vuelva a su casa caminando, como si estuviera vestida. Cierre la puerta. Sienta
un impulso sin freno, suba al auto y reconstruya el viaje de vuelta. El tipo no
debe estar lejos, los tragos los paga Ud., él no tiene un mango.
Está sentado en
el cordón, tiene el bolso con sus cosas. El tipo le entrega la bolsa y llora,
llora en exceso.
Ud. Debe ser
piadosa, el hombre está deprimido. Lléveselo a su casa y trate de solucionarle
su depresión.
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