miércoles, 15 de febrero de 2017

EXTRAÑO

                                               
   Una posibilidad es que le haya dado un ataque repentino de lucidez. Se sentaba en la misma mesa todos los días, abría las carpetas y con un dedo pedía un café. Escribía sin levantar la vista. Fumaba tres cigarrillos, juntaba sus hojas y partía. Dejaba dos pesos de propina.
   Un día se sentó, abrió las carpetas, no pidió un café, no levantó el dedo. Cerró las carpetas, revisó sus bolsillos y sacó dos monedas que depositó en la mesa. Fue al baño. Había mucho trabajo, ese día y cuando reparé, habían pasado dos horas y el hombre de las carpetas no regresaba. Fui a mirar al baño, pendía de un ventanuco. De los cordones de los zapatos.
   Junté las carpetas, las llaves, las lapiceras y los dos pesos. Toqué un sólo timbre y atendió una mujer triste, por atrás asomaba un joven igual de triste. Me hicieron pasar, jugaban a las cartas y yo ahí parado. Ellos seguían con los naipes. Pedí permiso y les puse las cosas del señor encima de las cartas. El joven tomaba las carpetas con dos dedos y las tiraba en un cesto. Las llaves se las guardó en el bolsillo y los dos pesos me los extendió: “ Esto es suyo.”
   Lo dijo con voz glisada. Ella reacomodaba las cartas, me miró de reojo y murmuró al joven: “ El mozo será el único que lo va a extrañar, ¿no m’hijito?”
                                            

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