No los soporto.
Cuando tocan el timbre de servicio y sé que son ellas, les doy el buen día,
ellas se quedan quietas como estatuas, las rocío con Espadol Desinfección
Total, aerosol para piojos en el pelo y baño con lavandina de manos y pies. Esa
tarea la realizan ellas, yo controlo. El pelo tomado con un pañuelo y los
uniformes blancos. Les gusta a las siervas trabajar aquí, tanto lujo las
apabulla. Nacieron para limpiar y cocinar como todos los pobres. Son felices en
sus casa de cartón trapos y chapas, no sé porqué protestan por la falta de
agua, electricidad, comida y montones de objeciones solucionables con lo que
tienen.
Pueden ducharse
cuando llueve, juntar agua para baños posteriores. Hay charcos con barro, todo
un tratamiento de belleza si se revolcaran dentro. Haraganes genéticos, no les
gusta trabajar y menos si les pagan poco, es incomprensible, poco es más que nada. Tienen el recurso de las bolsas
de residuos, sacan porciones impecables de restoranes del gobierno de turno,
botellas de gaseosas por la mitad. Si lo pienso, comen mejor que yo. Y se
quejan. No son capaces de hacer yoga o pilates o correcaminatas, se hacen los
cansados. Escucho martillazos en living nro 5 de mi casa. Llamo a las tilingas
y pregunto
—No se preocupe Señora Dulce Liberal, son obreros de la
construcción, están haciendo aberturas para las habitaciones de su enorme casa.
Para una persona, sola como es la Señora, nos pareció injusto para usted misma.
La Mucama dijo
—Hace tiempo que hicimos nuestros planes de vivienda. En su casa pueden vivir
diez familias. Luego seguiremos creciendo con otros palacetes de la zona, hasta
completar todos los planes de vivienda. Algunas serán alquiladas, esas entradas
nos permitirán alimentarnos y mandar los chicos a la escuela.
—Y yo que soy la
Señora Dulce Liberal, Martínez de Hoz, dueña de todo esto. ¿Qué hago?
Siguió la Mucama
—Vivirá al otro lado, no podremos mirarnos, por los muros XXXL que construyeron
ustedes mismos.
—¿Cómo me
alimento? ¿Dónde duermo? Y lo demás.
Habló la Cocinera —Hay bolsas de residuos con porciones de
comida, exóticas, que provienen de fiestas de ricos, como gusta la Señora. Para
vivir le dejo mi propia casa, de fuertes latones y cartones plásticos, todo un
lujo, no me va a decir. Allí podrá hacer yoga, pilates, su vida de costumbre.
—Nada cambiará
Señora Dulce Liberal. Lo único que le dará miedo, será comenzar a pensar
distinto. Tener insomnio y odiar a los ricos.
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