martes, 7 de febrero de 2017

DULCE, LIBERAL Y VULNERABLE

                                                                    
   No los soporto. Cuando tocan el timbre de servicio y sé que son ellas, les doy el buen día, ellas se quedan quietas como estatuas, las rocío con Espadol Desinfección Total, aerosol para piojos en el pelo y baño con lavandina de manos y pies. Esa tarea la realizan ellas, yo controlo. El pelo tomado con un pañuelo y los uniformes blancos. Les gusta a las siervas trabajar aquí, tanto lujo las apabulla. Nacieron para limpiar y cocinar como todos los pobres. Son felices en sus casa de cartón trapos y chapas, no sé porqué protestan por la falta de agua, electricidad, comida y montones de objeciones solucionables con lo que tienen.
   Pueden ducharse cuando llueve, juntar agua para baños posteriores. Hay charcos con barro, todo un tratamiento de belleza si se revolcaran dentro. Haraganes genéticos, no les gusta trabajar y menos si les pagan poco, es incomprensible, poco es  más que nada. Tienen el recurso de las bolsas de residuos, sacan porciones impecables de restoranes del gobierno de turno, botellas de gaseosas por la mitad. Si lo pienso, comen mejor que yo. Y se quejan. No son capaces de hacer yoga o pilates o correcaminatas, se hacen los cansados. Escucho martillazos en living nro 5 de mi casa. Llamo a las tilingas y pregunto
—No se preocupe Señora Dulce Liberal, son obreros de la construcción, están haciendo aberturas para las habitaciones de su enorme casa. Para una persona, sola como es la Señora, nos pareció injusto para usted misma.
   La Mucama dijo —Hace tiempo que hicimos nuestros planes de vivienda. En su casa pueden vivir diez familias. Luego seguiremos creciendo con otros palacetes de la zona, hasta completar todos los planes de vivienda. Algunas serán alquiladas, esas entradas nos permitirán alimentarnos y mandar los chicos a la escuela.
   —Y yo que soy la Señora Dulce Liberal, Martínez de Hoz, dueña de todo esto. ¿Qué hago?
   Siguió la Mucama —Vivirá al otro lado, no podremos mirarnos, por los muros XXXL que construyeron ustedes mismos.
   —¿Cómo me alimento? ¿Dónde duermo? Y lo demás.
   Habló la Cocinera  —Hay bolsas de residuos con porciones de comida, exóticas, que provienen de fiestas de ricos, como gusta la Señora. Para vivir le dejo mi propia casa, de fuertes latones y cartones plásticos, todo un lujo, no me va a decir. Allí podrá hacer yoga, pilates, su vida de costumbre.
   —Nada cambiará Señora Dulce Liberal. Lo único que le dará miedo, será comenzar a pensar distinto. Tener insomnio y odiar a los ricos.
                                                          

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