—Las mujeres
fieles a las modas más que a sus maridos, usan caretas imposibles de extirpar.
En las cirugías se corta, se cose y se sufila.
—Bueno, si no te
gusta le pedís que se agregue arrugas, código de barras en su boca, ojos que
casi no se ven, los párpados caen, las bolsitas se inflaman y la papada llega
al esternón.
—Viste cómo es
Cinty, la careta joven no le pega con los colgantes pielíferos. Me di cuenta la
última vez que hicimos el amor, es blanda como un pescado. De esto ella no sabe
nada, es autoexigente, compraría un bisturí, se encerraría en el baño con la
caja de costura. La encontraría muerta en un charco de sangre, después sería sospechoso principal.
—La mía tiene
operada hasta las axilas, está hecha una pendeja. No lo hizo por mí. Me ignora.
Le encanta que la miren, que la sigan. La encontré tomando una copa con un
pendejo creatinado, un lomo anabólico tenía el pibe. Me acerqué a saludar,
podés creer que me presentó como su padre.
—Bueno, le dio
un ataque de volver al pasado y se está poniendo al día…
—Coincidirás
conmigo en que es una putada.
—¿Es puta?
—No, che, es una
señora, a pesar de jugar a la nostalgia y los novios jóvenes. No la necesito,
hace tanto que no…que…no…que no.
—Por algo somos
gemelos, a mí también, hace tanto que no…que…no…que no. 
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