Se levantó y fue
al baño. Tardó más de lo acostumbrado.
—¿Qué te pasó?
Estaba preocupada.
—¿Vos no viste
el anteúltimo del fondo? Tan bueno estaba que le guiñé un ojo, me siguió al
baño y de ahí, lo que te imagines. Fue un baño muy ocupado y satisfactorio por
dos. Para mí, no es nada.
—¿Qué me decís?,
es nuestro primer viaje a Noruega…
—Por eso mismo,
yo del viaje aprovecho todo.
—¡Qué papelón si
alguna azafata se dio cuenta!, no sabía que eras tan audaz.
—Se llama Olkar,
me dio su tarjeta, nos ofrece hospedaje en Oslo.
—Pero, si
tenemos reservas en el mejor Hotel de Oslo, ya están pagas. Somos muy
distintas, si vos te hospedás en lo de Oscar, pensá que puede ser un degenerado
obsesivo. Saldremos en todos los diarios. Argentina ni te cuento…
—No es Oscar, es
Olkar. Decís que me mataría?
—Por supuesto,
los Noruegos son muy completos, te lo digo porque me pasó, iba todo sobre
ruedas y una noche me ató pies y manos con cinta de embalar. Mostró un cuchillo
y se acercó a mi cara, después largó la
carcajada junto con el cuchillo. Así, imposibilitada, él andaba por mi
cuerpo, como turco sin neblina.
—No te imagino
¿Y después qué…?
—Entró mi
marido, yo lo hacía en una reunión empresarial. Le preguntó al tipo qué
pretendía de mí. No le contestó y se fue.
—¿Y…? ¿...y?
—Me decía que
debía ser más cuidadosa, aprender a defenderme. Después habló raro:
—Mirá si entraba
y te encontraba muerta en el piso? Pero no sucedió, estás acá vivita y
culeando, para seguir jodiéndome la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario