Me pide que
corra el escritorio. No tiene cara el tipo —¿Cómo voy a hacer eso si usted me
acaba de despedir?
Se dio el mal
gusto de mirar con desprecio —Ud está acostumbrado a trabajar, yo no. ¿Hacen
falta más explicaciones?
No contesté nada, antes de salir le dije que
era un viejo puto, re-puto y pegué el portazo. El tipo labró un acta
especificando que yo le había dicho puto y lo reafirmé con re-puto.
Como no existe
la equidad, me pusieron ante un Juez que era su mejor amigo, pidió el detalle
de la discusión —Me rehusé a correr un escritorio, cuando terminaban de
despedirme. El tipo, perdón, el Ministro se dedicó a humillarme y ahí le dije
que era un viejo puto, re-puto. ¿Qué, ahora no puedo decir lo que pienso?
El Juez hacía
telegrillas, mientras me anunció una multa de pesos 2.500.000, tenía la opción
de retractarme.
—Me niego a los
dos castigos, se basan en negar mi defensa. Aquí está mi Abogado Defensor,
alto, elegante y con cara de no haberse recibido de nada, más que de alcagüete
a sueldo. Le ruego su Señoría, presentar mis dos testigos, no son amigos, son
testigos.
Declaró el
cafetero de la puerta y el dueño de un hotel, a metros de Balcarce 50, era un
anexo del lugar presidencial. El cafetero dijo conocer al Ministro, tomaba un
café y salía. Señaló al ñoqui de mi abogado —Con ése se iban juntos al Hotel de
Balcarce 50.
El dueño del
hotel agregó que el Ministro también solía ir con otros hombres jóvenes, con
aspecto de taxi-boys. Me puse de pie —Ud mismo pudo comprobar, Sr Juez, que el
Ministro, además de ser un viejo puto, es re-puto.
—Use el
martillito de madera pronto, estoy apurado, empieza el partido.
No terminé de hablar, cuando dije que empezaba
el partido, el recinto quedó vacío. 
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