Hay dos
preguntas que no deben hacerse, cuántos años tenés, cuánto ganás. Una negación
numérica. A cualquier tribu no contaminada por el hombre civilizado, dice su
edad con orgullo. Si es joven, por ser buen cazador, buen guerrero o navegante,
según su ubicación geográfica. Ser viejo es un orgullo.
A la pregunta
cuánto ganás, está demás hacerla, no entenderían el significado de ganar, hacer
fortuna y todas esas boludeces. La tecnología impidió que el hombre crezca por
sí y al sistema perverso le conviene la igualdad de pensamiento. Gana más. A
veces saber mucho nos hace poco felices, saber poco viene bien para la cola del
banco. La gente ignora los campos de concentración, piensa que el castigo es
tan natural como una papa.
Amo a los Qom,
que todavía habitan zonas amazónicas, donde las transcavator todavía no operan.
Son verdaderas vacaciones los Qom, hablan poco, pero conocen el idioma de los
pájaros. Yo voy sola, conozco un viejo que me lleva todos los veranos a las
inmediaciones. La última vez vino conmigo, tapamos el jeep con plantas epesas.
Él sentía culpa por haber tomado un trabajo con motor. Venía de otras tribus Tobas,
así les dicen los civilizados y fue bien recibido. Qom quiere decir nosotros.
Al día siguiente
de mi llegada, yo tejía festuca, con los pies en un arroyo. El viejo estuvo con
los hombres hablando de nuevos hongos, El Qom venido de otro lado los escuchaba
con párpados tristes. No quiso contar los destierros, las muertes y sus lugares
avasallados. Cuando terminaba mis tareas, lo iba a buscar y salíamos a
selvatear. La tribu pensaba que éramos novios. En una comida general hablé de
corrido su bello idioma y dije que ese Qom podría ser mi padre, no me gustaban
los chismes, no sabía cómo se decía chisme, hice la mímica y se rieron mucho.
Ellos para mí son una fiesta y un ejemplo utópico, yo para ellos soy una
visita.
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