viernes, 21 de abril de 2017

ALGO ASÍ


   —Te doy esto porque te lo merecés.-Y le ensartaba una cuchillada y otra y muchas-.
   —Si me decís que venías a las cinco, no es cinco y media, es cinco. ¿Qué hiciste de cinco a cinco treinta? ¡Claro!, ahora no me vas a contestar. Atorranta. Pero tengo la respuesta.
   Siguió una mujer con plataformas, todavía no se había lavado las manos. La tomó de la mano con la excusa del tambaleo de los zapatones y que se podía caer. Y cayó. Fueron amantes ardiendo, hasta que apareció un calzoncillo debajo de la cama, no le pertenecía. Esperó que saliera de la ducha. Los calzoncillos eran de ella, los había comprado para correr. Él no se enteró, apresuró el ensarte del cuchillo sin filo y perdió un tiempo notable para llegar a las veinte puñaladas. Se caló el sombrero y tomó el subte. Había un plasma que pasaba noticias “Se busca un asesino serial, del cual no se conoce su fisonomía ni su nombre, el que pueda aportar algún dato que se presente con los impuestos pagos.”
   Una gitana lo seguía a él, fue directa —¿No te acostás conmigo, corazón?
   Vivieron en la carpa de ella dos meses. La gitana dijo que iba a vender agujas, hora y media, volvía. Él la siguió de desconfiado, ella era fiel. La encontró abrazada con un tachero, tío de la gitana.
   Llegaron a la carpa, no había ni cuchilla ni cuchillo, encontró estacas de la misma carpa y la estaqueó en los órganos vitales.
   Tomó un subte diferente, donde vio la noticia, “Un asesino serial”, agregaron su foto. Convocó a todos los medios al Café de Juncal y Facultad de Medicina. Vendía al mejor postor, la historia detallada de todos sus crímenes. Fue Primera Plana en todo el mundo. Le hacían entrevistas diarias y la gente le pedía autógrafos.
   Escribió un libro, que va por 19° Edición.
   Sigue matando mujeres, pero como todos ya saben, no importa.
                                        

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