domingo, 9 de abril de 2017

VACACIONES\63


   Queridos Hijos: Recién volvíamos de la Isla, su madre parecía un aguaviva incrustada en la cara.
   Roja que no se podía ni rozar porque gritaba, ella jamás levantaba la voz. Igual fuimos muy felices en aquel bello y agreste lugar. Había tantas mujeres que uno no sabía por dónde empezar a mirar. Vuestra madre quería regresar a casa, decía que extrañaba y le parecía un infierno estar en este lugar, con todo lo que tenía que lavar y limpiar. La sacudía pensando que tenía pesadillas.
   Me pidió un vaso de agua o que la tapara con una sábana. Decía que el mar tiene sonido de arrebatar y que los negros cuando caminan, dejan una brisa con mal olor. Hice lo posible para que se divierta, le preparé la Cama Turca, le regalé serpientes de chasco. Se enojaba mal, llevó mi valija al medio del mar y ahí se rió mucho, diría demasiado. Pedí una torta por su Cumple y me la incrustó en la cara, igual que en las películas, pero con las velas encendidas. Las heridas de mi cara son quemaduras de tercer grado. Antes del último día dijo, con aire distraído —Dale, vamos a sentarnos aquí.
   Y yo, inocente, sin ver que era una parrilla prendida, me senté. Mis testículos (perdón hijos por contarles algo tan privado) quedaron reducidos a dos huevos fritos.
   Yo dejé de ser yo, la invité a un happy hour. Tomé un tenedor, me puse de pie como para hacerle un mimo cercano. Creo que mi tenedor lo clavé tantas veces, que murió de ensartes.
   Les aclaro que vuestra finada madre los odió siempre.
   Estoy encerrado en una cárcel, acá dicen que por 500.000 Euros, soy libre. ¿Podrán Uds encontrarse con esa cifra?
                                  Un abrazo para todos, quiero
                                 que vengan pronto,
                                 para darles el pésame.
                                                            

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