—Pá, ¿qué es la
muerte?
Quedé blindado
¿qué respuesta? Es algo que todos sabemos pero desconocemos. Tenía más datos,
pero amargarle o mentirle la vida a un niño, sería un peso en mi conciencia y
una mochila en sus hombritos. Es una pena haber nacido y un día darte cuenta
que lo próximo es la muerte. Un tiempo del Universo, tan reducido. Con los años
te hacés socio de la muerte, tratás de llegar a un acuerdo, sin testigos, como
imagino la muerte propia…
—Ey! Papi, te
quedaste sin señal, decime ¿Qué es la vida?
Me estaban
resultando hinchabolas, esas preguntas hechas ligeras y dar respuestas con
optimización de recuerdos, que figure el amor en algún lado y la tragedia de
soportar el paso de los días iguales, donde todas las traiciones son posibles.
—Y al final,
¿tanto tiene que pensar un grande, para explicar qué es la muerte y qué es la
vida?
Pensé que la vida era como la muerte, para que se fuera a preguntar a otro lado, le dije:
Pensé que la vida era como la muerte, para que se fuera a preguntar a otro lado, le dije:
— La
vida es la muerte.
— La
hacés difícil Pá, cada vez entiendo menos.
— No
te preocupes, querido, a mí me pasa igual.

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