Como había tan
sólo cinco casas, decidieron pasar la Nochebuena juntando las mesas y sillas,
de sus hogares, al medio de la calle. Después de comer, tomar vino, comer,
tomar vino, aparecieron dos tipos encapuchados. Los vecinos espantados se pusieron
contra la pared, algunos bajo las mesas. Los tipos se quitaron las capuchas
—Venimos con
todo el amor y la paz que merece esta noche. Piensan que somos ladrones y así
es. Nos sentimos muy solos, como hoy es nuestro día franco ¿Podríamos festejar
con Uds, un brindis y un pedazo de pan dulce?
Les sirvieron lo
que en las fuentes quedaba, comían con desesperación, uno de ellos llevó dos
botellas de champagne, que convidaron, uno explicó que las habían robado el día
anterior.
—A pesar de
nuestra profesión -Así le decían “profesión”-
la pasamos bastante mal. Antes robábamos plasmas, media docena por día,
aparecieron competidores que lograron echarnos de Villa Cacique y ahora vivimos
en Juárez. Tenemos una camioneta despintada y sin papeles, nos morimos de frío,
acá no les cuento más. Hablemos de cosas felices.
Cada vecino
contó erráticos momentos felices, un grupo se disculpó por que a los momentos
felices, seguían las rutas de las desgracias.
Tres parejas dijeron desconocer episodios felices. El más viejo, los
invitó a su taller de herramientas, extendió un mapa de Bs as y otro de Gran Bs
As. —Yo antes, muchachos, tenía la misma profesión que Uds, no digan nada,
igual todo el mundo sabe. Acá tienen señalados negocios y casas, supermercados
no conviene, hay cuatro casas con tecnología de última generación. Acá les
entrego el mapa y los horarios oportunos en cada gestión que realicen.
Los dos lo
abrazaron como a un padre. Se fueron en su camioneta despintada, antes de la
partida preguntaron si la próxima Nochebuena podrían pasarla con ellos.
—No sería una
fiesta si no viniesen -Dijo el abuelo, el que les dio el Seminario de
Extracciones- les pido que no me traigan nuevos amiguitos, con sólo Uds dos
está bien. 
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