─Mire, Dr.
Fernández, lo vengo a ver, porque no tengo más remedio que suicidarme.
─Pare… Pare,
pare, bsss…, su nombre es, Pablo¿no es así? Bien, “Pablo” ¿Porqué quiere
suicidarse?
─Usted, me puede
ver, Doctor, zapatos italianos, camisa inglesa, sweter bremer, escocés.
Anteojos alemanes, óptica de Berlín Occidental. Y esto Dr,
-Le muestra las
llaves de una cupé inglesa- hay más Dr. la casa, el yate, la avioneta, el
campo, el dpto. de Cancún.
Precede con tono
de carraspera Froidiana, ─Pablo, lo…interrumpo, porque me gustaría saber, qué
sucede con los objetos que enumera; ¿qué tienen que ver, con su decisión tan
extrema?
─Debo todo. Nada
de lo que tengo me pertenece, ni todo lo que enumeré, ni lo que no conté. Es
más Dr. Fernández, para llegar hasta aquí, vine caminando. Debo todo. Todo.
─A ver, a ver, a
ver, dígame Pablo, ¿Usted le pagó a mi secretaria, esta consulta?
─No, Doctor. ¿Y
con qué?
─Le pido Pablo,
que se retire de inmediato. Y recuerde, que entre lo que debe, estoy yo y mis
minutos perdidos en escucharlo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario