lunes, 19 de febrero de 2018

REGISTRO DE LAS PERSONAS

  
   Juan De Los Palotes se vanagloriaba de ser casi la mitad de Anónimo, el escritor más conocido en el mundo, por ser tan pródigo en sus obras de géneros diversos.
   Justo el treinta y uno lo fui a encontrar.
   Juan De Los Palotes me miraba —¿Vos me conocés de algún lado?
    Él me dijo que sí y adelantando pasos previos preguntó si lo aceptaba como esposo.
   —A cambio de que cambies tu nombre. Yo no voy a decir que me casé con Juan De Los Palotes, o cuando te tenga que presentar a mis padres “Aquí mi prometido, Juan De Los Palotes”.
   Reconoció la situación y cambió unas letras de su apellido, su nuevo documento decía Juan De Las Pelotas. Me casé igual, me hinchó un poco las pelotas, elegí Francia para nuestra luna de miel, tengo amigos en Lyon, Avignon y París. Lo presentaría como Juan Delapal. Por fin no escuchaba ese apellido denigrante. En el Aeropuerto lo llamaron por altoparlante: —El Señor Juan De Las Pelotas olvidó una maleta, pase a retirarla, es de mano, así que la tenemos a mano.
    Corrió a buscarla y besó a la maleta y a mí. Ya en casa me intrigó el contenido de aquella pérdida que lo puso blanco. Había escritos para pedir un cambio de apellido.
   Constaba que podía hacerlo y que el veinte de abril se le entregaría su nuevo documento. Ahora se llama Juan Tequiero. Fue el regalo de casamiento que más amé “Yo también te quiero” le escribí en la tapa del inodoro con rouge indeleble.

No hay comentarios:

Publicar un comentario