viernes, 18 de junio de 2021

LA LUZ MALA II° Parte

   Y me la regaló como si fuera una cosa. Ahora me explico, se la quiso sacar de encima el muy truhán. Se llama Eva, me parece que el Peón era peronista. Ella se me tiró encima ni bien llegó y me cabalgó como se cabalga un caballo, yo tenía tantas ganas que me dejé. Eva tenía buenas bridas y no me soltaba nunca. Me cansé y le dije:

   —Vamos a dormir, mañana la seguimos.

   Desperté temprano, antes que me viera.

   Hice el alambrado para que los animales que recuperé quedaran al otro lado. Un toro pretendió saltar obviando el alambre de púa, perdió las bolas, ahora es vaca. No puede preñar a nadie, no sirve ni siquiera para mear.

   Eva se tira en la red marinera y me mira, se ríe, no hace nada.

   —Entrá para adentro así la seguimos.

   —Eva, no se dice “entrá para adentro”, se dice “entrá”. Pero sabés qué me parece, voy a cambiar de montura.

   Ella como vino se fue. Y a partir de ahí me dediqué a las vacas. Parían terneros, un montón. Parece que van a abrir las exportaciones, eso dicen, pero como mienten tanto.

   Ahora es cierto, les estoy vendiendo a los chinos, recuperé mi capital y hasta pude comprar el campo lindero. Contraté dos Peones fetén. Ellos hacen casi todo el trabajo, están bien pagos y no son golondrinas, viven aquí. Me llaman: “Patrón Acevedo”.

   Hicieron un asado de ternera y me invitaron, antes de ir me quité el cuentaganado, para no hacer ostentación. Yo tan rico y ellos tan pobres. Tenían una conversación interesante, no se tragaban las eses, manejaban muy bien los cubiertos y comían con la boca cerrada. Vinieron de la Ciudad porque allá no conseguían trabajo.

   Encontré una mujer que era Condesa, muy distinguida y me casé con ella. Teníamos una relación de hermanos, ella dormía en otra pieza y por las noches me decía:

   —Voy a visitar a los peones, están tan solos, yo me entretengo con los dos. ¿No te molesta, Acevedo?

   —Andá nomás, si a vos te divierte a mí me da lo mismo.

   Se acostaba con los dos, uno primero y otro después. Las mujeres, aunque sean Condesas, tienen comportamientos deleznables.

   Nota de la Autora: Continuará.


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