domingo, 20 de junio de 2021

LA LUZ MALA IV° Parte

 

   Don Acevedo quedó encantado con Lu, le regaló unas ovejas para que cortaran el pasto de los alrededores de su casa y también la de los peones, que ahora lucían camisa y corbata, con esa pinta trabajaban igual. Lu preguntó:

   —¿Don Acevedo me puedo disfrazar de pastora?

   —Me gustaría, haga lo que quiera. Acá tiene plena libertad.

   Ella misma eligió hacer de Caperucita Roja, a las ovejas les iba a gustar. Imitó un cuadro que tenía en la casa de su Tata, sólo le faltaba un bastón largo, se lo hizo uno de los peones con maderas que sobraban. Cuando todos la vieron, les pareció estar dentro de un cuento. Trasladaba las ovejas hasta que se hacía de noche. Mientras preparaba de comer, cantaba bajito y afinado. Cocinaba muy bien, les hacía tartas cubiertas de chicharrones.

   —Lu es una genia, tan ocurrente, histriónica e inteligente, ¿a ustedes qué les parece?—preguntó Don Acevedo a sus peones.

   —Nosotros pensamos igualito que usted.

   Por primera vez su Tata la visitó y muy enojado dijo:

   —Yo te dejé venir acá para conseguir marido y vos te dedicás a cualquier otra cosa, limpiar la casa, hacer de comer y usar el traje de Caperucita Roja. Hasta que no encuentres un marido como la gente, no pienso dirigirte la palabra.

   Pensó Lu: a mí la gente no me gusta para nada. Así que un marido, mucho menos. Y si mi Tata se enoja por menudencias, es problema de él.

   Lu empezó a decir malas palabras, como:

   —Me cago en vos, boludo, carajo.

   Don Acevedo la llamó:

   —Con tu lenguaje tan cuidado, te prohíbo decir malas palabras.

   Ella se puso roja como Caperucita:

   —No fue mi intención lastimar sus oídos, le digo con todo respeto, usted vive puteando, nadie le dice nada por ser Patrón. En este mundo somos todos iguales, está haciendo diferencias de clases sociales. ¿O no?

   Don Acevedo comenzó a tomar distancia de la joven. La espiaba por la ventana. Lu, mientras estaba con las ovejas, cantaba y bailaba. A él le parecía un sueño.    

   Pensó Don Acevedo: alguna vez me le voy a declarar, no ahora, todavía es muy joven, ni siquiera le vino la regla.

   Nota de la Autora: Continuará.

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