lunes, 28 de junio de 2021

REVOLVER

 

   Tenía cáncer, los Médicos decidieron operarlo. En medio del estómago abierto, encontraron una bolita roja alojada muy cerca del páncreas.

   —Mire Sr Valiente, le devolvemos la bolita roja, así tiene un souvenir como recuerdo de esta operación complicada. Estuvo mal diagnosticado, usted cáncer no tiene.

   El Señor Valiente se enojó con todos, cuando era chico jugaba a las bolitas y esa, que le habían quitado, era justo su punterita. Se la tragó de chico, para esconderla en algún lado donde nadie la descubriese. Fue el tiempo donde en cada competencia ganaba siempre. Logró salir campeón de la vereda. Tenía un hermano grande y tan estudioso, que llegaba temprano a la Facultad.

   Un día que el Señor Valiente tenía todo servido, llegó el hermano flaco, alto, hábil y con un roce apenas le pegó a “su punterita”.

   El Señor Valiente sumido en su primer fracaso, rompió su caja de bolitas, menos una, la punterita, devolución de su hermano el estudioso. Tragó su tesoro con un vaso de leche tibia. Cuando deponía reparaba bien en no haber cagado su punterita.

   Fue así que quedó incrustada entre estómago y páncreas. Años y años revolviendo mierda, para asegurarse que la punterita todavía le pertenecía.

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