Fausto fumaba un
porro contra un árbol de la Plaza principal. Llevaba la mochila con medio kilo
más del material. Tres motos de la policía lo rodearon y lo condujeron a la
Distrital.
Dijo el más
capito:
—Encima es
menor, que si no lo deshago, pendejo drogón, hay que llamar al padre y que se
maneje. El material incautado lo repartimos entre nosotros.
El chico, en un
rincón, escuchó la llegada de su padre y tembló. El viejo lo levantó del cuello
de la campera y le daba cachetadas, que luego fueron trompadas y más tarde
puntapiés en cualquier parte. Los canas quedaron espantados al ver cómo un
civil podía ser peor que ellos.
Fausto fue
llevado a Terapia Intensiva por su propio padre. Explicaba a todos:
—Le apareció el
coma porque yo le puse el punto sobre la ies.

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