—Quiero una
crema humectante, tengo la piel tan tensa, que si sonrío me quedo así y
desonreírme me lleva media cuadra.
Sí, pobre mujer,
es un desastre.
—Mire Señora,
tenemos una crema con aceite de Rumania, sale un dinero, pero le aseguro que
esa cara carrujada como bota de gauchada, le va a parecer lisita.
Ésta me quiere
vender la más cara.
—El precio me
queda grande, quiero una baratita.
Seguro se la
vendo.
—Bueno, igual la
anoto como que la compra, tengo una para sus párpados, que le llegan a las
ojeras, es una jalea inglesa, al lado de Megan, usted parecerá una pendeja.
Yo no quiero más
cremas y esta pesada me insiste.
—A mí no me importa
la edad que tengo, para ser una pendeja cabeza dura como vos, prefiero suprimir
esa gelatina ─no la puedo frenar, para mí se hizo una raya.
—Igual se la
sumo a las anteriores, verá que puede pagar, de algún culo va a salir sangre.
Hablando de sangre, hay un producto para quitar esos puntos negros que le
inundan la cara, viene con una muestra, para arrancar esos bigotes, se las sumo
a las demás. Aunque tenemos esa papada que le llega a las costillas, ésta que
tengo, es para una auto-operación, a realizar frente a su espejo. Pellizca con
esta horquilla de cobre, todo lo que le sobre, viene con curitas especiales,
por si se produce un sangrado, si le ocurre eso lo esparce sobre sus mejillas,
que son tan amarillas que parece una vieja enferma, se lo sumo a lo anterior y
después usted dirá si me lo paga efectivo o con tarjeta.
Esta mina
irrespetuosa, seguro que es chupapija del Dueño, y el Padre se la coje.
—Mirá, bebé,
envolvé toda esa sanata, ya mismo te la pago. Disculpame pichona me quedé si un
centavo. Igual me llevo todo, te lo pago cuando se vaya este Gobierno. Un
consejo de mi Vieja, a la salida, no andes moviendo el culo así en el Subte,
porque te lo van a romper y no vas a saber quién fue. Ni se te ocurra hacer la
denuncia en la Comisaría de la Mujer, allí sí que tienen todas el culo roto.

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