Me equivoqué de
Marido cuando en la Iglesia lo acepté. Pienso que fueron mis Padres, no querían
morir sin verme casada con un hombre, que me doblaba la edad.
—Vamos a pasar
la luna de miel en Santo Domingo, de paso me opero unas verrugas que tengo en los genitales
y me saco la paranoia de si son malignas o benignas.
Deduzco que este
cascajo no tendrá nuestras primeras relaciones. Me alegro, puedo dormir toda la
noche sin que nadie me moleste. Una amiga de mi Madre, me contó que el hombre
con quien contraje matrimonio, era un millonario encubierto. Le quitaron las
verrugas y fueron benignas. Cuando íbamos rumbo a casa, dijo:
—Esta noche será nuestra primera noche, sólo
pensarlo me seca la boca.
Me dio vértigo
la sola idea. Tengo una empleada a mi servicio, a la que cuento mis secretos.
—Te lo pido por
favor, vos, esta noche, ¿no podrás hacer de mí? Al Viejo le recetaron Viagra y
una crema para anestesiar los pozos de sus verrugas.
Yo ignoraba que
mi empleada, antes de conocernos, fue prostituta, no me importó, al contrario,
seguro que estaba acostumbrada a encubicular con cualquiera. Le ofrecí un
cheque de mi fortuna. Ella se puso a llorar, agradecida y me prometió que se
encargaría cada vez que el Viejo la solicitara.
Diseñamos una
estrategia, que ella padecía una timidez, que la podía atemperar en plena
oscuridad y un camisón que le fuera de la cabeza a los pies.
—Queridita, te
espero en la cama y deseo tu cuerpo y tu alma, más tu cuerpo, te diría.
Ay, qué sorpresa
me llevé, la Señora tenía razón, por suerte fue sin iluminación, el Viejo
baboso me daba indicaciones.
—Tomé dos
pastillas, a esta edad son imprescindibles a los efectos de consumar, para
ponernos cachondos. Aquí tengo esta crema, para los pozos de mis verrugas,
quiero que la extiendas con todos tus dedos y la levedad de una geisha.
Le hice lo que
pidió y lo que aprendí con mis clientes. Me extralimité, al Viejo le dio un
paro cardíaco.
Llamé de
inmediato a la Señora y le di la buena nueva.
—¡Lo mataste sin
piedad! ¡Si hubiera sabido que este polvo comprado lo llevaba a la muerte!
Por momentos
noté sus gestos asesinos.
—Esto llevará el
castigo que merecés, devolverme el cheque que te otorgué.
La empleada
quedó paralizada.
—¿Hablo con la
Policía?, en la calle Juan Fangulo al 800, la empleada termina de matar a mi
querido Esposo.
Se hicieron
presentes de inmediato, cuando trasladaron el cuerpo, el miembro del finado se
encontraba erguido como un mástil. El Oficial primero dijo:
—Esto está duro
como una piedra, no sé cómo van a hacer con el cajón mortuorio.

No hay comentarios:
Publicar un comentario