domingo, 9 de julio de 2023

UN AMIGO NUEVO

 

   Hicieron un camino perpendicular a mi casa.

   Una noche, tarde, bajaba las persianas y lo vi. Era un perro alto, blanco, prístino, con manchitas negras, una mirada profunda y tierna. Cuando se acercó a la ventana le tiré un beso y lo saludé con la mano en alto. Bajé las persianas y me acosté a dormir.

   Al siguiente día estaba ahí, pensé: quiere comida. Estiré el brazo y le alcancé un coquito de pan. Miró como diciendo que ya había comido, hizo un giro de cabeza hacia la plaza. Salí en pijama, blanco y robe negra, me dio risa, yo había agregado un gorro negro con orejas. Él prefirió caminar hasta el bosque. Seguro que la plaza era un algo sin sorpresa. A mí me sucede lo mismo. Rodeamos la laguna y cuando el cansancio me pudo, regresé a casa. Él vino conmigo, entró hasta el living y miraba todo, entibié leche y llené mi vaso. El paseo me dio hipotermia, a él le serví en una charola honda y con cuatro lengüetazos, la terminó.

   ─¡Muy bien, Pierre!

   A partir de ahí se llamó Pierre. Miraba la puerta con la insistencia de:

    ─Dejame salir.

   Le abrí y fue a hacer pis. Luego arañó la puerta y le indiqué un lugar para dormir. Se acostó largo a largo en una alfombra de piel de vaca. Cruzó sus patas delanteras y me miró con la nobleza de un agradecido. Me dio un beso de hocico frío y se durmió.

   Como era de esperar apareció su dueña, casi al amanecer, me preguntó por él con otro nombre. Le dije que el mío se llamaba Pierre y en cuanto lo vio:

   ─Ese es mi perro, mire cómo mueve la cola, me reconoce…

   ─Él prefiere estar acá, lo dijo en idioma perro. Yo entiendo todos los idiomas. Le gusta el bosque, el lago, la leche tibia y dormir a los pies de mi cama. Por primera vez en años soy feliz.

   ─Quiero que me devuelva el collar y su medalla.

   ─Desde ya el collar le resulta pesado y la medalla la desprecia porque no es su nombre actual.

   ─No me llore, señora, Pierre me dijo que la visitará tres veces por semana y fiestas de guardar. Es tan bueno y educado que hasta se las ingenia para robar billeteras para mí y para tranquilizarme, me cuenta que son dineros de ricos, ni cuentas que se dan.   

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