martes, 11 de julio de 2023

JAQUE MATE

 

   Quintina me mandó una carta con letra gótica. Exótica su invitación, me costó descifrar mi lugar de destino.

   Pero la carta no vino sola, un joven de unos veinte años se hizo presente. Fue contratado por Quintina como guía para no equivocar cambio de aviones y esas cosas. Ella sabía de mi cobardía e ignorancia. Y era cierto, me dio pavura cuando llegué. Era una mezcla de selva con lugares citadinos y caminos que subían y bajaban.

   Al llegar estaba ella, me abrazó como a una hermana y algunos lagrimones se nos piantaron a las dos.

   ─Te va a encantar este lugar, hay calles con negocios de ropa de seda, percal, terciopelo y modelos los que quieras. También hay librerías donde todo está escrito en el idioma que les pidas. No es por soberbia, pero te diré que soy políglota, me resulta fácil encontrar lo que busco. Vamos ya. Quiero que lo veas todo. Cualquier cosa que desees comprar es tan barato que no te deja cerrar la boca. Voy a dejarte sola, te vas a asombrar. Yo te encuentro cuando concluya mis tareas en la esquina de esta ochava de colores.

   Los negocios estaban llenos, las mujeres se amasijaban para llevarse todo. Me dio asco presenciar esa competencia.

   Elegí un camino de árboles con orquídeas y lagos con nenúfares, lo raro es que estaba rodeada de alambre de gallinero, por dentro había personas extrañas, disfrazadas de cualquier cosa, mucha lentejuela y pedazos de telas desgarradas. Apareció una señora con aspecto de Directora y me pidió que saliera, ese predio era un manicomio.

   Seguí caminando en busca de otras cosas. Encontré unas alfombras de Esmirna de colores implotantes, elegí dos y me las llevé. Fue en ese lugar donde perdí mi carterón, dentro llegaba mis documentos, el carnet de osde, el pasaje de regreso y mucho dinero de euros, mi pasaporte incluido. Pregunté si alguien había visto mi carterón, no, nadie.

   Apareció un señor distinguido llamado Ralph Fiennes y era él mismo, el de las películas que más me gustaron.

   ─Se lo digo con todo respeto, tengo un avión privado y un carterón igual al suyo, tal vez alguien lo escondió allí. En este lugar ocurre lo que usted imagina. Venga, los motores están prendidos.

   ─Ralph, hicimos una película juntos, mi nombre es Anya Taylor Joy, te invito a jugar al ajedrez, hasta la finalización de este viaje. ¡Me olvidé de Quintina!

   ─No te preocupes, vive encerrada en el manicomio de acá. Lo hace para evadir impuestos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario