domingo, 3 de marzo de 2024

SIBARITA

                                                 I-

   Volvió Quintina después de veinte años haciendo un laburo que la extenuó. Fue un trabajo en soledad, resolvió dejar cuando advirtió que su renombrado Jefe, Humberto Eco italiano la explotaba sin piedad. Fue remunerada, sus ahorros le permitieron viajar a todos los lugares que señalaba en un globo terráqueo rodante. Lo hacía girar con los ojos cerrados, apoyaba su dedo y él le señalaba su próximo destino. Durante treinta años el mundo escuchó sus pasos curiosos e inquietos.

   Estaba tan cansada que le agarró la extrañadura, cuando aterrizó el avión vio de lejos, a su mejor amiga que la saludaba con desesperación, habían vivido tantas cosas juntas, se abrazaron como hermanas, que era mejor que su hermana biológica. Quintina llegó con un bagullo de porro. Armó uno de inmediato. Mientras viajaban lo prendió y ambas se dieron vuelta.

   ─Estás igual, Quinti.

   ─No digas boludeces, ninguna de nosotras esta igual, yo dejo que los años hagan su trabajo. Estoy gorda, arrugada, canosa, renga, perdí los dedos de mis pies en una contienda entre Israel y Palestina. Bueno, basta, contame de vos.

   Lili así era, le daba vergüenza haberse casado, tener tres hijos y ser abuela. Quintina pensó que Lili, su amiga librera tomó una decisión dramática y aburrida.

                                                    II-

   Una noche soñó con su amiga Estela. Cuando despertó se levantó de la cama en camisón y descalza. Tomó el ascensor, se presentó en la casa de su amiga. Cuando le abrió la puerta, Quintina recibió un balde de agua fría. Empapada de pies a cabeza.

   ─Y ahora ¿qué querés que te diga? , traé un tohallón doble mientras me cubrís, después nos abrazamos.

   Lo bueno que no le dijo “estás igual”.

   Estela la miró de frente. Estudié Medicina, Derecho y soy políglota.

   ─Huácala!, llegaste lejos.

   Eligió los mismos recorridos y todo lo que pudo.

   A ella también la tomó la extrañadura de visitar Argentina. Vino en barco.

   ─¿En barco? ¿Lo pudiste pagar?

   ─Por supuesto que no ─dijo Estela.

   ─Viajé de polizón, me permitió conocer mucha gente.

   ─Estela, perdóname que te interrumpa. ¿Y qué tipo de gente conociste?

   ─Y, sobre todo hombres, los conocí a todos y no sabés…

   ─Estela, ni se te ocurra contarme más porque vomito.

   Quintina comprendió que era cierto “las amistades tienen fecha de vencimiento”. Pienso en visitar alguno de mis amigos, de Fidel por ejemplo. Muy piola y gamba, pero no sé si tengo ganas…

                                          III-

   Quintina propuso reunirse con su mejor amiga, Estela y Fidel. Hicieron un círculo alrededor de una fogata. El único hombre: Fidel.

   ─Bendito eres entre todas las mujeres.

   ─Yo bendito no soy, maldito pienso, me pagaban para matar.

   ─ ¿Para matar animales? ─preguntó Estela.

   ─Jamás mataría un animal, lo que hacía en realidad es matar personas.

   Las chicas o las viejas, lo dejaron sólo y se fueron.

   Tomaron diferentes vuelos, hubo despedidas de abrazos sin palabras, con miradas solamente...       

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