domingo, 31 de marzo de 2024

CHANTA

    La señorita Brown estaba encerrada por propia voluntad. No atendía a nadie menos a su amiga Molly que golpeaba con desesperación. Le dio un ataque de generosidad y la hizo pasar, la abrazó y le dio un beso en la mejilla mientras ella contaba su historia.

   ─Sabés que me quiso abandonar el chanta de mi marido. Lo dejé ir cuando se fue me dio una mezcla de nostalgia y enojo con una felicidad desconocida. Por fin pensé que mi supervivencia estaba sin respaldo. Señorita Brown usted ¿podría ayudarme?

   ─Por supuesto seré tu aliada y tengo mucho dinero, te podés comprar la casita de al lado, la que dice “Se vende”.

   ─¿Y con qué la pago?

   ─Con mi dinero, te lo acabo de decir.

   ─¿Y la ropa, los muebles y todo lo que conlleva una mudanza? ¿Cómo hago?

   ─Vos por casualidad te llamás Molly.

   ─¿Y cómo sabés mi nombre?

   ─Conocí a tu ex siendo ya grande y fue un amante excepcional, pero me traicionó mal el chanta, como decís vos ¿y si venís a mi casa para hacer tu mudanza tranquila?

   ─Señorita Brown, acepto su invitación y para festejar, está el boliche de acá abajo. Vamos a brindar con champán y a bailar como dos descerebradas

   ─Está ahí ─dijo la Señorita Brown ─¿y si le damos una buena paliza entre las dos? Vayamos pronto, antes que consiga otra desgraciada.

   Y así fue, lo recagaron a trompadas. Con todo el mambo que tenían ellas en un descuido se cayó por la ventana del primer piso. Rompió vidrios y golpeó con una piedra en la cabeza.

   Vino la ambulancia, pero no hubo nada que hacer, se murió.

   ─Por algo se murió, un hijo de puta menos.

   Se abrazaron y brindaron por su muerte, bien merecida.

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