Huyó de su casa, no daba para más. Era grande y todavía lo golpeaban, los insultos no le hacían mella. Cocinaban feo, muchas veces se descompuso y pensó que era demasiado. Armó su mochila y tomó cualquier micro. No sabía hacia donde iba, quería una sorpresa más agradable de lo vivido. Se hizo adicto al cigarrillo y otras hierbas. Los amigos le presentaron una chica que luego fue su novia. Era buena charlando y en la cama ni que hablar. No era un tipo que callara sus sentimientos, le decía:
—Yo te quiero pero me aburrís. Cansa andar a
pata por la ruta.
Le gustaba dormir bajo los aromos, ponerse
panza arriba y observar la luna y las estrellas.
Una noche apareció una señora joven de acaballo.
Como era de rigor se presentaron.
—Mi
nombre es José y vivo así.
—Tenés
que comprender que este predio es mío, no puede haber desconocidos, me llamo
Estrella y tengo ganas de cabalgarte.
—¿Tenés caballos?
—Sí, tengo cuatro que son mis preferidos.
—Pero a vos te doy un empujón y me acuesto encima
tuyo, prepárate. Cabalgás bien, tendrías que montarme con más brío. Pero
es que no puedo, sos muy gordo, ese peso me impide disfrutar.
—Nunca te vas a olvidar de todo lo que no me
dejaste hacer.
Era cierto, tenía un paquete más que interesante.
Le dieron ganas de quitarle el paquete. El gordo estaba sobrando.
Se sintieron los cascos de un caballo, era
el padre de Estrella.
—¿Qué están haciendo?
—Lo mismo que hacés con la mucama y con
mami, que a veces no la encontrás, porque tiene novio.
—¿Mirá qué traidora? y vos me das vergüenza.
—No te preocupes porque nos vamos enseguida.
—¿Y a dónde?
—Donde nos lleve el viento y no pensamos ni
casarnos ni esas boludeces.
Subieron a un auto rojo descapotable. Del padre
no se despidieron.
Anduvieron a la marchanta. Esas casualidades
que tiene la vida. Era pampa lisa y ambos se dormían. Vieron de lejos una
casita que pertenecía a sus amigos de la Universidad. Al llegar tocaron bocina
y enseguida salieron a recibirnos, estaban canosos y con caras derrumbadas.
Esa noche estrella se acostó con el marido
de su amiga. Y José no se quedó atrás, hizo el amor con la mujer del marido.
Partimos al día siguiente, el acelerador a
fondo, chocamos contra un árbol, el auto se hizo mierda y nosotros también.
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