martes, 7 de mayo de 2024

LO PRIMERO ES LA FAMILIA

    Me corrió con la cuchilla de la cocina. Por llegar tres horas después de lo convenido. La vecina de enfrente me recibió en su casa, mientras yo gritaba:

   —Cierren todo ¡Me quiere matar! Las ventanas también, puede llegar a romper vidrios.

   La vecina me hizo recostar y antes tomar un vaso de agua.

   Cuando mi padre me fue a buscar le dio las gracias y explicó que mi madre era tan sensible, que si me retrasaba le daban nervios criminales. Por eso él, encargado de afilar las cuchillas, trataba que no fueran demasiado filosas.

   Dejaron de producirse escándalos por la vergüenza que le hice pasar con la vecina de enfrente. El maltrato constante me expulsó del hogar. Cuando me casé, ella no asistió. Tuve tres hijos rubios de ojos claros, buenos y de una madurez asombrosa.

   Apareció a conocer los niños:

   —¡Ay qué criaturas hermosas! De vos no tienen nada ¿No se habrán equivocado? Mirate lo negra que sos, los rasgos toscos, en cambio los chicos son regios.

   Preparé la comida y ella puso la mesa, mientras cantaba temas infantiles.

   Tenía un espejo detrás, parecía una persona normal, inofensiva, cuyo único pecado fue querer matarme.

   Distribuyó los cubiertos cuando los chicos ocupaban sus lugares. La observaba por el espejo, le extendió al más chico un cuchillo de punta y dijo:

   —Agarrá el cuchillo de una vez, chico tonto, ¿qué te pensás, que te voy a esperar toda la vida?

   Se me cruzaron recuerdos negros, ingratos e imperdonables.

   Ella estaba de espaldas y yo con la cuchilla en mis manos.

   Era ideal.

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