viernes, 24 de mayo de 2024

DOS

    Cuando terminó la pasión, terminaron las peleas. Ya no hubo gritos de mañana, aparecieron los silencios, sonidos guturales. La excusa del ronquido separó sus dormitorios, las comidas en horarios diferentes. Paula se soltó de la limpieza, las telas tejieron los rincones y los pisos se opacaron igual que su memoria y que su risa. El jardín crecía sin permiso y cubrió todos los vidrios. José dejó de hacer de jardinero y no cuidó aquellas margaritas que bordaban los pies de las ventanas.

   Se cruzaban a veces y se ignoraban, ella salía por la puerta de la calle y él por la de atrás, como si nada. Se jubiló José, primero. La ceremonia de ir hasta allá y retornar con los oídos llenos de voces ajenas, en cuerpos nuevos, terminaba. A Paula le quedaban unos meses, que vivió con desgano, no como antes llena de risas.

   Él olvidó aquella amante adolescente, que Paula nunca supo, que fue su amante. Paula le creía el sol que había, aunque fuera nublado, José la convencía. Ella también tuvo un amante, el mismo que le dijo que su cuerpo no podía tener hijos, por razones que Paula escuchó ausente. Aquel médico no pudo resistirse a los llamados semanales de aquella mujer triste, que cuando era amada por él resucitaba. Ella tampoco dijo a José de su aventura y menos después que él le perdonó que no pudiera.

   Las cosas se enredaron y estuvo de más explicar nada.

   Sonó el teléfono, después de muchos años. Los dos corrieron asombrados y las dos manos descolgaron para atender al salvador que les hablaba, era de un call-center para ofertar indecencias, con voz grabada. Y esa tontería los hizo reír, a los dos juntos. Paula y José y el tubo al medio. Acercaron sus caras arrugadas y se dieron besitos de tortuga. El tubo, en el piso, seguía hablando. Pero ninguno de los dos se daba cuenta.

   Salieron al jardín por la ventana, se sentaron en la rama de la higuera y aunque llovía, decía Paula y José se lo negaba, comían las brevas, las primeras. Fue una intersección, que atravesó dos paralelas. Y José confesó que él era estéril y Paula no escuchó porque no quiso.

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