—¿Por qué tenés esa cara de culo?
Vera tenía
náuseas.
—En el medio de
los cachetes tengo un agujero y nada de boca, nariz ni espanto. Mi cara es un
culo, yo así la siento y vos así la ves.
Se hace el
boludo, tiene cara de boludo.
—Preguntás como
si no supieras, te dije que estaba y vos te reías como si fuera broma. Me
pareció que sobraba explicar nada, por eso te pedí la plata, lo pasan como
práctica médica.
Yo no sé qué
tiene en la cabeza, apenas le doy de comer a mis hijos y doy gracias que puedo
pagar el alquiler, me ayuda la Negra, una mina fuerte y leal. Se hizo cargo de
cada chico que teníamos. Jamás reclamó nada. Y esta tilinga viene a pedir
guita. ¿Por qué no le pide a su amiga, que tiene? Ella me contó que el Padre la
violaba y su vieja se hacía la sota. Cuando quedó embarazada, el Viejo se mandó
a mudar, dejó a su Madre, fue la que pagó el aborto. Se juntó con un tipo y
echó a Vera a la calle. Tenía miedo que esta vez su hija le cogiera al novio.
—No te hagas
problema si conseguís la plata a mí me solucionás la vida, yo después, una
semana, ponele, te devuelvo todo.
Le voy a pedir a
la Tía Clara, ya me dio el mes pasado para mi familia. Le invento algo, me va a
creer, es mi Madrina.
—Yo te acompaño,
Vera, quiero ver cómo es el lugar, la gente, que te cuiden.
Sigue con esa
cara, ¿no pensará…?, no, eso seguro que no.
Siempre me
manejé sola, mal pero sola, que no me haga el Papi bueno, igual lo quiero, esta
vuelta no, porque está complicado, pero cuando tengamos una casita nuestra, así
nomás, quiero un hijo suyo.
Nunca supo que
soy casado, tengo hijos y vivo bien. Ella fue cosa de unos meses. Pobre Vera,
con todo lo que le hicieron. Va a tener que entender que no soy Dios, gracias a
Dios.
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