Me regalaron un anillo con un diamante azul. Fue el jardinero el que me lo obsequió. Él se lo robó a mi madre, ella se lo robó a mi abuela. Me pareció que por vez primera tengo un anillo con un diamante azul. Vive en mi anular derecho. Hubo una fiesta donde conocí un pendejo, a él le gusté, pero cuando observó mi anillo lamentó el compromiso con un alguien desconocido.
—Te quise decir que el diamante azul lo
vendí. Llamó una señora para comprar el anillo. Pagó en euros una cifra
millonaria. Nos hicimos amigas. La señora me contó que ella conocía el pasado
de la piedra. Me pareció injusto que no me dieran una parte. Cuando se fue la
señora me entregó un sobre gordo.
Salí del ascensor y me encontré con el
hombre de mi vida. A él le sucedió lo mismo, no podía abandonar sus ojos de los
míos. Hace cinco años que vivimos juntos. Para nuestro aniversario me regaló un
anillo con un diamante azul.
—¿Pero
cómo pudiste?, es igual al mío.
—Te lo digo en dos palabras, lo robé, a
quien llamás todos los días y se pasan la gran vida, viajamos a todas las
capitales del mundo y tenemos una casa en Isla Mauricio.¿Querés que te diga?
Devolveme el anillo y vos no querés, si te ponés jabón, sale. Me engordaron los
dedos, no me lo pudieron sacar.
Me cortaron el dedo y el anillo salió. La
sangre brotaba de mi anillo. Nuca lo pude vender.
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