—Chicos silencio, no es necesario que griten
todo el tiempo. Tomen el ejemplo de Abelardo, no conoce los signos.
—¿Qué signos?
—Los de admiración, los de interrogación,
etc.
—No es que no sepamos, lo que pasa es que
usted explica mal.
La maestra lloró lágrimas de conjuntivitis.
—Señorita no es que leamos mal los signos y
usted parece que nos odiara.
Convocó a los padres y les explicó lo que
pasaba.
—El chico es el peor de todos. ¿Ustedes
podrán hacer algo para revertir esta situación?
Dijo el padre que la culpa la tiene la
maestra y lo mejor que podrían hacer es echarla de la escuela.
Se escuchaba un coro que a los gritos
cantaban al unísono.
—¡¡Qué la echen!! ¡¡Que la echen!! Y cientos
de que la echen.
Cuando se hizo de noche siguieron “Que la
echen”. La maestra no paraba de llorar, se desmayó. Los alumnos le caminaban
por encima hasta dejarla como un huevo frito, pedía que no la mataran.
Llegó la inspectora con cara de policía y
dijo muy segura:
—Tienen
que entender (aunque no creo). Es que las cosas no son signos. Pienso que
tendrían que echar a todos los alumnos.
Uno de ellos dijo:
—Mejor, tendremos todo el tiempo para jugar.
Salieron en los medios, el señor presidente Milei ordenó cerrar todas las escuelas. Los padres los reputearon pero a Milei no le importaba nada.
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