Le daba fobia la electricidad al prender la licuadora, tapaba sus oídos. Al microondas le temía menos pero siempre pedía ayuda para enchufarlo. Cuando quería ir al baño, si nadie le prendía la luz, no iba. Compró pañales geriátricos para tal situación, en ocasiones le rebalsaba, era humillante llamar a su Vecina para que la ayude.
Cuando le tuvo fobia al teléfono, no se
atrevía a levantar el tubo por miedo a quedar electrocutada. La comunicaron con
un Acompañante Terapéutico, para ver si podía asistirla las 24 horas del día.
Le contestaron que sí. A las cinco de la tarde apareció el Acompañante.
Era joven y atento, le prendía y le apagaba las
luces de toda la casa. Cuando quería ver una película le entregaba el control a
él. Le parecía que por los controles pasaba electricidad. El Acompañante se fue
sin saludarla, tenía miedo de no poder disimular que la odiaba, llamó a un
amigo para que lo reemplazara.
Ni bien se vieron, notaron una conexión más
allá de lo conocido. Tenían los mismos gustos. Él se le adelantaba en sus
mandatos. Prendía la tele antes que ella lo pidiera. Iban al baño juntos para
prenderle la luz. Él se quedaba esperando y después la acompañaba al
dormitorio.
─¿Apagaste la luz del baño?
─No, todavía no, tuve que prender la del
pasillo, la de su mesita de luz y después apago la del baño.
Esa situación, amo y señor, duró cuatro
años. Hicieron un festín para festejar el aniversario. Él trajo un estuche.
Seguro que es un anillo de compromiso, pensó ella. Pero comieron y brindaron y
el estuche no se lo entregó.
─Compré un anillo para mi novia y como usted
tiene muy buen gusto, quería que lo viera y emitiera su opinión.
Ella le dijo que era precioso.
─Para usted tengo otro regalo, más
placentero que un anillo. Me lo mandaron de Suiza, es a pila y sin enchufe,
tiene seis velocidades. Abra el paquete por favor.
Ella le sacó los papeles de afuera con
cierta premura. Se encontró con un objeto raro.
─Hágalo funcionar, yo también lo quiero ver,
le adelanto que es un consolador. Lo puede usar a cualquier hora del día y de
la noche. No se lo mande muy adentro porque después para sacarlo, voy a tener
que venir yo. Le va a gustar, le va a gustar tanto que hasta los vecinos la van
a escuchar.
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