lunes, 24 de junio de 2024

DISEÑOS

    Rompieron para siempre, comenzaron por la cama, el lugar silencioso de sus vidas conyugales. Ninguno quiso otra cosa que dormir, desde el primer día. No consumaron.

   En la casa vecina, la pasión entró con ellos, empezaron en la puerta sin llave, cayeron al piso y se deglutieron mutuamente. Los sonidos eran de animales antropófagos. Llegó el día y seguían como cuando se abrió la puerta sin llave.

   En la tercer casa vecina, luego de una reunión de sonrisas y risas cándidas, se brindó con champagne, la reunión concluyó. Quedaron solos y se tomaron toda la botella y otra más escondida en la heladera. Tuvieron náuseas, ninguno se dijo nada,  pero durmieron con el vómito pegado en las almohadas. Al despertar se tuvieron un asco que no se arrepentía, anularon el matrimonio.

  Había una cuarta casa con ventanas suprimidas y una puerta que daba a un concierto de yuyos. Por allí salía un hombre todas las mañanas, se escuchaban gritos cerrados:

   —¡Dejame salir, acá está oscuro!

   Repetía los gritos con las mismas palabras. Él llegaba con una vara, cerraba la puerta y los gritos mudaban el texto:

   —¡Pegame que me gusta!

    Era un barrio sórdido. A pesar de sus historias, ninguna de las parejas mudó de casa. En lo profundo de sus almas, sentían cómodos los diseños arbitrarios de sus vidas.

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