Sin cirugía,
laser, botox, cremas, masajes, pilates, levantar lolas, agregar un leve
volumen. Hacer igual con los glúteos, altos, duros y discretos. Lipoaspiración
en todo el cuerpo, quitar manchas y arrugas de las manos. Levantar los
cachimbos colgantes de los brazos. Tratar que la musculatura general se prense
a los rellenos y los huesos.
La papada, no
hay otra, extirparla y esculpir la quijada que suele tener sobresaliencias de
artrosis. El cirujano plástico no debe ser reconocido, porque lo agarrás
cansado y te hace cualquiera.
Los mejores
viven en Rumania. EEUU es impecable para
implantes pilíferos. Después que te sentís soberbia, divina, viene lo peor.
Nadie te da
bola. Porque todos se dan cuenta que sos una matusalénica operada. Un día comprendés
que estuviste en quirófanos, masajes, gimnasios, aparatos odontológicos, desde
los treinta y te olvidaste de vivir. Tu agenda no anotó amigos, anotó turnos.
Hasta tus nietos
preguntan a sus padres si sos de plástico, tienen miedo de abrazarte y
abollarte. A tu marido lo abochorna salir con vos, los amigos le dicen:
—Qué buena está
la muñeca inflable que te compraste, guarda que te la pueden robar.
Él de eso no
tiene vergüenza porque te aseguró en millones.
El último Doc eminente, te practicó estudios óseos, te encontró apolillada de pies a cabeza. En quince días te quebrás en mil pedazos. No necesitarás crematorio, pasás directo a la urna.
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