viernes, 19 de octubre de 2018

NAMASTÉ



   Era la voz de ella, estábamos en yavásana, la conocí por sus pies Patagones. Felisa elongaba en el cuarto de charlar. Entró gritando con voz de gata ganadora. Se escuchaba todo, la Profe olvidó ponernos música de Viet Cong sin guerra. Le decía: —¡Conseguí novio! ¡Conseguí novio!, mi primer amante!
   Después se reían y no se distinguían las palabras, se mezclaba algo así: —Como yo pensé que nunca.
   Los curas de la Trapa le dieron permiso, Sany no estaba enamorada de su marido como al principio, que fue breve. Iba los fines de semana y les fue agregando días. El cura más viejo le confesó que él a veces odiaba a Dios, pero después se le pasaba.
   —Sany, si tus ganas no te permiten conciliar el sueño, éste no es el lugar de consulta. Ponete linda, sacate los mocos, también la lagaña, cepillate el pelo y te metés en la cama sin ropa. Si él te da la espalda, se duerme y antes te pide que te corras, no te quiere. Dejalo, no le cuentes, igual no va a escucharte o pensará que es una broma.
   Había un hombre en cuero que transpiraba cepillando la yegua, regalo de su marido. Sany lo vio por la ventana y bajó desnuda. Con su bata cubrió el sudor de la espalda del peón y sintió sus músculos con forma de trabajo. Sin mediar palabras se recostaron sobre un rollo de pasto para caballos…y sucedió. Los encuentros se repetían y los chismes se repartían. Él cambió de parcelas, era un peón golondrina y amaba horizontes lejanos. Sany se marchitó. En las clases de yoga, permanecía en la postura del niño, le salía agua de los ojos. —Tengo conjuntivitis, pero no se preocupen, no contagio.-Decía-.
   Me preguntó el nombre de mi Analista. —Qué coincidencia, yo voy al mismo consultorio, pero me atiendo con otro.
   Intentamos ser amigas, pero los protocolos y las ideologías burguesas me resultaron patéticas. Pasaron unos años, mientras esperaba en el auto los cinco minutos para mi sesión, la vi tocar el timbre con desesperación de incógnito. Llevaba una capucha y unos anteojos negros, era una imagen irreconocible. Me di cuenta que era Sany, por sus pies Patagones.

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