sábado, 20 de octubre de 2018

NUEVAS DEGENERACIONES



   Nos reunimos a charlar cinco amigas y Don Juan. El sol amigaba algunas flores con espinas y conejitos, caras serias viraban a sonrisas de comisuras altas, mirando los pájaros habladores de las cornisas, que pronto el hombre nuevo, transformaría en escombros.
   Cada amiga tenía un celular, nadie sabía con quién interlocutaban. Yo jugaba a escuchar conversaciones de otras mesas. Tenía ganas de hablar cara a cara, casi sentí felicidad cuando perdí mi celu y no lo repuse. Pasaron los minutos, la media hora. —Soy la quinta de todas ustedes, vine porque me invitaron, deberían haber avisado que era celulítrico el encuentro. Y yo, sola y desplazada.
   Todas siguieron con sus aparatejos en una mano y la otra, haciendo alas para poder expresar mi protesta. Don Juan dijo no usar ese monstruo, yo lo invité a caminar por la plaza de los tilos. El tema era la infancia, la sabiduría de la rayuela, el ring raje, abrir la puerta y dejarla sin llave, mientras jugaban en la vereda a la escondida.
   Yo me entusiasmé, él casi me invita a salir esa noche… sonó un celular y ambos giramos la cabeza para ver la proveniencia. De pronto Don Juan, metió la mano en su campera y sacó el celu. —Si me disculpás, es alguien importante.
   Como si yo fuera una verruga de baldosa o un manifestante aplastado, (era lo que más había).
   Me puse de pie: —Don Juan, sos tan idiota que prescindo de “tu amistad” volandera. Chanta, engaña personas. Andá, volvé con las histéricas.

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