miércoles, 17 de abril de 2019

BUEN LABURO



   —Cesantes, setenta, así como andate. Hace seis meses que buscamos laburo, Toto se humilla, para mí, toca timbre casa por casa, si lo atienden, ahora la gente espía, no te conoce, no te abre. “Buenos días, señor, vea, yo hago laburo de electricidad, soy gasista, trabajo de albañilería, corto pasto, lo que usted necesite, yo se lo hago.” Y siempre le dicen que no, porque se encuentran en las mismas condiciones que él. O le cierran la puerta con un “No” seco. Dejate de joder, yo tengo mis hijos, mi mujer, que trabaja de sirvienta, por horas, todo el día. Juani, vos me conocés, soy incapaz de robar nada a nadie, bueno eso era antes. Ahora voy a salir a afanar ¿te prendés o no?
    No supo qué contestar, pensó que era una joda, pero le tiró del hilito.
   —Yo me prendo, Corcho, pero que se venga Toto, Moncho, Seba, Rolo y el Colorado. Hago unas hamburguesas a la parrilla y lo charlamos, que sea de hombres, las familias en casa.
   Tengo cuatro casas caladas, paso por ahí y ni me imagino que esa gente pueda ser rica, pero son. Me estudié los horarios, cuándo salen, cuándo entran. Cuatro matrimonios solos. Hay uno que tiene una vieja postrada, que es sordomuda y ciega. Otra está a la vuelta, es una pareja que no están nunca, esos viven en un country. Yo me preguntaba para qué carajo tienen esa casa, el tipo vivo, pone música, tiene grabados ladridos de perro y se llama por teléfono a sí mismo. Hay veces que caen a dormir, tarde más bien. Y los miércoles va mi jermu, les desmugra la casa y ella fue la que me contó que tienen una caja fuerte, detrás de la ropa de un placard y un lugar en el jardín, donde todas las semanas remueven la tierra y después le echan pasto seco. La Tana, que es bicha, me dijo que esconden guita, en paquetes impermeables, sellados. Eso les tengo que decir a los chochamu, ni una palabra ni a sus esposas.
   Después hay una que me llevó más tiempo por la seguridad, alarma, un rollo de alambre de púa que la circunda. No me preocupa, Moncho desactiva cualquier alarma, él trabajo tres años en una casa de alarmas.
   Ahí vamos a tener que estar todos. Es complicado. La última, es una papa, tienen toda guita afanada al Estado, son más hijos de puta que los otros hijos de puta. Es una casa que se viene abajo y el dinero lo guardan en cajas de electrodomésticos, en la mesa de luz, el ropero, arriba de la heladera. Uuy, cómo me puedo olvidar, el Colorado sabe abrir cajafuertes, le apoya la oreja y tiene mano de relojero. En veinte minutos, como mucho, lo resuelve.
   Bueno, voy a casa, si no la Tana me mata. Esta moto que no arranca…carajo…bueno, por fin!
   —¿Qué hacés hijo de puta, me vas a…?  
   —¿Tiene algo?
   —Pará, pará, no tiene nada. Dame el chumbo, a éste, le quemo la cabeza, por decirle puta a mi vieja y sin un mango en la mochila, el viejo choto.

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