—Se tragó el
vaso, está internado.
Escuché mal.
—Un vasito de
pisco, alguien le dijo hasta el fondo, él ya venía borracho y pensó que le
decían, el vasito también.
—Macoco era
ingenuo y vivía en pedo, eso lo mató.
—No! No murió,
está en terapia Intensiva, a la tarde lo operan, para extraer el vasito.
Apareció la mujer, también beoda: —¿Y dónde
se alojó el vasito?
Le contestó un
Médico que lo quería a Macoco, cayó en la bebida, cuando cayó en la obra donde
trabajaba, para olvidar la pérdida de su pierna.
—Señora de Macoco, el vasito
se encuentra en el bazo.
La mujer tenía
los ojos llenos de venitas rojas y nariz con rosácea, de tanto tomar, ella era
borracha en su casa. Macoco era un personaje del pueblo, que saludaba a todo el
mundo, aún a los que no conocía.
—Yo lo conozco a
mi marido, con tantos vasos adentro, debe estar feliz, él ama la felicidad. El
otro día me dijo que yo lo hacía sentir infeliz. Pobrecito Omar Khayyam, era
nadie al lado de Macoco. Doctor, le pido que sea benigno con el bisturí,
sáquele el vasito de vidrio, no le extraiga el alcohol, porque sentiría un
vacío, que a lo mejor…bueno, usted me entiende.
Al pueblo le
faltaría un mito, que forma parte del paisaje, hasta el banco de la calle
peatonal, que no es peatonal, es su cama.
La operación fue
un éxito, el vaso salió limpio como el cristal, se lo puede ver en el Bar Tito,
sobre un pedestal, que a sus pies dice: “Este vasito fue de visita al interior
de Macoco.” Ahora se encuentra entre nosotros, el vasito en el pedestal.
Macoco saludando
a la gente que le pide autógrafos, no permite fotos. Dice que esas maquinitas
forman parte de una tecnología que sirvió para que el hombre, olvide que el
vino y los demás alcoholes, son lo más grande que hay. Cambió Macoco, ahora su mujer
le da felicidad. Ella lo sigue dos pasos por detrás, con un carrito de bebé y
toda clase de bebidas. Toma del pico y duerme con ella, en un somier, de
Tiendas La Capital, cerró sus puertas sin llaves y olvidó vender la cama cómoda
y abrigada.
A Macoco, tiempo
después, nadie lo vio más. Alguno dice que le pareció verlo en la Terminal,
otros lo vieron asomado al balcón de la Puticipalidad, lo cierto es que nadie
sabe. Lo bueno, es que todos le inventan algún lugar.

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