martes, 2 de abril de 2019

TOMATELAS



   Hasta cuando la familia dormía, ensayaba, las teclas necesitaban la presencia de sus manos, el temperamento furioso, romántico, suave, lento, variaciones de músicas creadas por su alma talentosa ancha y lujosa.
   Los insomnios de Cleo. —¿Querés un margarita?, ¿un bloody mary?, ¿whisky?, ¿Mocoretá?, elegí y vengo de inmediato.
   Luis arrastró los dedos por el teclado. —Prefiero un licor 8 Hermanos y que te esfumes en nuestra cama. Te quiero y te necesito, pero ahora me llama él, hay algo inconcluso, miré mis dedos, buscan las teclas, no puedo dejar de atender este llamado. Es un bajo que te acuna, sin alcohol ni rivotril.
    La casa tenía complejo de palacio, escalinatas que conducían a las habitaciones de los hijos. En el dormitorio de Cleo y Luis, las puertas eran de dos hojas, no de pentagrama, eran de madera acústica. Durante un desayuno, Luis los miró, por primera vez no se le reflejaban notas musicales en los ojos. —Esto sólo va para todos, Cleo, tenés ojeras violáceas, Augusto, Josefina y Sol, también tienen. Creo que tanto piano, les produce insomnio. Todo tiene solución, si yo diera, por fin, mi primer concierto, hasta llegar a una gira, recibir ovaciones y que me duelan las lumbares de tanto inclinarme para agradecer, rosas y flores inundarán el escenario. Cleo, vos juntá los claveles rojos con un coqueto canasto de jardín, Augusto, vos encárgate de las rosas blancas, Josefina de las amarillas y Sol, de los cabos sueltos.  Es un pago más a mi talento creativo, recuerden que las flores, están carísimas.
   A Luis se le cumplieron sus deseos y llegó a tocar en El Cairo, haciendo uso de las instalaciones donde se filmó: “Casablanca”, película de culto e incultos, con la actuación de Humphrey Bogart, Ingrid Bergman y el trompetista Louis Armstrong. En homenaje a ellos, ejecutó temas de la película. Le obsequiaron una pipa de agua, con hachís del bueno.
   Llegaron al palacio de las escalinatas, arrastrando pies, maletas y flores. Ahora, el de más ojeras era Luis, que pidió: —Quiero silencio absoluto, vayamos todos a dormir, yo, por lo menos, me lo merezco. La fama me mató.
   Dejaron todos sus petates en el hall del primer piso. Se acostaron con ropa y calzado. Luis, tomó un vaso de agua de su mesa de caireles y escuchó ruido en las puertas. Abrió ambas con brazos de winner y el piano Steinway, lo buscaba para seguir la zaga de las teclas y sus manos. A Luis le pareció un gesto desafinado y lo arrojó del tercer piso al primero, el piano iba perdiendo sus dientes, sus cuerdas, su cola. —Y no te quiero ver más por aquí, te di mi vida, Stein go aWay.  

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