domingo, 23 de febrero de 2020

ARMONIZA NOTAS


                          
   Hay olor a junquillos, crecen al lado de la acequia, todas las  mañanas viene zorzal, que es un pájaro considerado y se da una ducha mañanera en la acequia, sin molestar a los junquillos.
   El Vecino del fondo le dio con la escopeta, justo que zorzal levantaba su vuelo tranquilo, el desgraciado odiaba al pájaro, que canta a cualquier hora de la noche. Tiene un árbol cerca de su ventana y el canto de zorzal, que armoniza cinco notas o más, no lo dejaba dormir al idiota. Tenía que ir a trabajar de nada, para ganar mucho. Es común en este lugar.
   Mi silla de ruedas me sirve y hasta levanto velocidad. Pero tengo kilos de más y años de menos. Salí a la vereda y donde vivía el asesino, entré por un costado, estaba la pala y la tierra blanda. Hice un agujero del tamaño de zorzal, que estaba allí, a mi lado, hecho un bollito, con las alas acampanadas y ese color que le pertenece. Lo puse con el cuidado que merecía, en su tumba. Trasplanté unos junquillos de la acequia que venía de casa, para disimular y homenajear. El corrupto asesino, dejaba el auto abierto con la llaves puestas, tomé las llaves y las arrojé tan lejos que el tipo no tuvo más remedio que ir, a su no trabajo, de a pie.
   Ahora salgo a la mañana, extrañando a zorzal y llevo mi silla de ruedas hasta el banco de madera, donde yo tomaba mate de un lado y él miraba hacia los junquillos con fiaca de bañarse. El primer día no soporté su ausencia. Igual salí a tomar aire y esperaba el milagro de caminar sobre mis piernas, sabiendo que era una utopía. Al cabo de una semana, apareció la pareja de zorzal, había zorzalitos que la seguían, tal vez buscando si estaba, donde siempre estaba.
   Cuando los vi, un milagro me levantó de la silla y fui titubeando hasta el banco donde estaba la familia. Se pusieron a mi lado en fila. Al otro lado del paredón, se escuchó la voz del hijo del matador: —¿Mami, es cierto que no hay que matar pajaritos? Lo dijo la Maestra.
   Ella tardó un ratito en contestar: —Hay, chicos, si supieran cómo extraño aquel zorzal divino, que nos venía a visitar, seguro que algún hijo de puta lo mató.

No hay comentarios:

Publicar un comentario