—Apurate! Apurate por favor que me meo.
Era una emergencia.
—¿Si paro en la banquina y hacés ahí?
Puso cara de horror: —Por favor no! ¿Si me ve alguien conocido? Yo quiero mear ya, en un baño, metete aquí, hay una estación de servicio.
Le iba a decir que hay uno de hombres y otro de mujeres, pero era cierto, no daba más.
Volvió llorando: —Me confundí, entré y vi cinco tipos meando en unos aparatos raros que se llaman mijitos, o algo así. Son unos degenerados, todos tenían el pito afuera y hacían pis. Después se lo sacudían y lo volvían al interior del pantalón, asquerosos, ni una hoja de papel higiénico para la punta. Pensar que después eso mugriento te lo meten a vos, a mí en realidad. Vos no, ¿no?
Me sentí humillado: —¿Cómo vamos a hablar de esas cosas?, moderate.
Y empezó a contar lo que vio: —No sabés lo que fue aquello, miembros enormes en tipos feos, miembros mínimos en tipos que estaban buenos y había uno normal como el tuyo, ni tanto ni tan.
No podía creer lo que contaba.
—¿Sabés qué me pasó?, no sabía cómo hacer y me hice pis en el calzón, salió un tipo y se lo metió en el bolsillo, un fetichista total.
Ahora se sienta sobre el tapizado toda mojada y con olor a pis almizclero. La próxima vez, antes de hacerlo, le doy un baño primero, a mí no me va a joder.
—Ahora me siento aliviada, no sé si por asociación tengo hambre de una salchicha gorda y larga, ¿habrá por acá?
Tiene un descaro esta mina, que dan ganas de abrir la puerta y tirarla en un yuyal, donde una buena víbora le pique el culo.
Mañana nos casamos y me siento descompuesto por todo lo que contó. Voy a asistir a la ceremonia, pero cuando ella diga el “Sí quiero”, me cago encima, es lo menos que se merece. Después me va a decir que soy un tipo de mierda.
Me importa tres carajos, ni siquiera estamos casados. Le digo que tengo gastroenterocolitis, que posterguemos todo y me rajo a cualquier lugar.

No hay comentarios:
Publicar un comentario