jueves, 24 de marzo de 2022

DE FUERA A FUERA

 

   Las personas dejaron de escuchar música, corría el 2075. Sucedía igual que con las caminatas. Tan contradictoria la medicina, ahora se recomendaba la vida sedentaria, para que el corazón no trabajara demás. Me dolían las piernas y el torrente sanguíneo lo sentía como salsa bechamel. Los movimientos se atortugaron.

   Se expandieron bosques y caminos ayuyados. Una mañana de Octubre decidí mi primer caminata luego de añares. Las casas parecían abandonadas, se escuchaban escobitas aisladas. En un chalet de persianas entornadas, con olor a romero, aromo, retamas, vi entrar una persona joven con un violoncello en su enorme estuche. Abrió las puertas de latón oxidado y dentro había sol, plantas aromáticas, carecía de techos y paredes, al fondo asomaba una pérgola de glicinas, con un banco de troncos y un atril de ramas secas. El frente del viejo chalet cumplía la función de entrar de fuera a fuera.

   —Buenos días ─dijo el chico mientras con una enorme llave abría las puertas para luego cerrarlas.

  Seguí caminando y me detuvo una melodía de las Seis Suites de Bach, parecía Yo Yo Ma ejecutando. Provenía de las persianas entornadas, me senté en una hamaca de enredaderas, tocaba como aquel ángel chino, Yo Yo Ma no podía ser porque tendría unos 120 años, y el ejecutante era muy chico. Se me hizo costumbre pasar todos los días, cada día una Suite diferente, todas idénticas a Yo Yo Ma.

   Llegó más tarde que de costumbre.  

   —Buenos Días ─dijo el chico.

   Cuando cerró las puertas, se abrió el estuche y cayó el violoncello, carecía de cuerdas y el arco era una aguja, de madera, de tejer. Sin más entornó las ventanas y arremetió con la Suite nro 6 de Bach. Pudo la curiosidad más que mi prudencia, el atril tenía hojas amarillentas de diarios, reemplazando partituras. El encordado del cello era de hilo sisal. La música provenía de un disco de vinilo en un equipo cuidado con obsesión. El joven tocaba con el pelo en movimiento, siguiendo cada nota.

   —Señora, veo fascinación cuando escucha mi música, ¿tendría Ud a bien dar vuelta mis partituras?  No puedo equivocar una sola nota, mucho menos teniendo una fiel oyente de mis conciertos.

   —Para mí sería un honor.

   —Merci madame.

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