Hacía tiempo que no veía un fósforo de
madera. Él se ofreció con su encendedor. Yo prefería más los fósforos, son
tibios y naturales.
─Señorita, ¿quiere fuego o no? La miro, le
hace falta un cigarrillo.
¿Por qué a mis congéneres les asombra que
pida fósforos y nunca fume? Si no ven la asociación inmediata, te denostan,
piensan que estás loca, olvidan sus adentros, los tapan, los pisan y fuman.
Él me reconoció caminando:
─Es una suerte encontrarnos, tengo un
obsequio para usted.
Me emocionó su generosidad. Le dije gracias
y llevé el fósforo al bolsillo izquierdo. Lo apretaba despacio, temí que se
rompiera.
Es el tacto más…más…más placentero.

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