miércoles, 30 de marzo de 2022

IN MEMORIAM

 

          Los meñiques reemplazaron a las personas. Todo empezó con las ruedas que suplieron las piernas. Los estómagos tomaron idénticas dimensiones que el tórax.

La ingesta cervezochatarra se ocupó de esta transformación. El exceso de hacer, decir, pensar e imaginar todo lo que la tecnolodeformación irradiaba por pantallas, auriculares y demás implementos antihumanos, produjo la enanización neuronal y su reducción al punto que la punta de un meñique encerraba los aparatos intelectuales de los individuos.

La meñiquización fue un fenómeno que nos dejó globvandalizados, tanto los triste ferros como los lavaedros brotaron como el musguito en las canteras. Las salivaderas bancarias volvieron a su función original, escupir. Salivar, para el lector fino o esputar, para el lector cafisho.

Otro fenómeno que produjo la meñiquización fue el cierre de esfínteres colectivo. La libido se redujo al olvido, al igual que la necesidad del alimento y su deposición posterior. Cerraron escuelas, universidades, fábricas, lugares deportivos, bares restaurantes, privaditos, aeropuertos, terminales, hospitales y todo tipo de socialización meñicosa. Quedaron las estructuras, entre ellas las centrales nucleares. No faltó un meñique descerebrado que apretó el botón. El resto del Universo lo festejó. Hubo una mesa de negociación interplanetaria, donde concluyeron que el espacio que dejara la tierra, quedara libre para fijar en la memoria de los otros universos, lo que no debe hacer un planeta.

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